En el tema de las metas, Napoleon Hill destacaba que todo comienza con una idea. Sin embargo, advertía de la dificultad de identificar, seleccionar y elegir una idea porque, señalaba, estamos llenos de ellas, y son tantas que valen 10 centavos la docena, es decir, muy poco.
El autor de Piense y hágase rico y Las leyes del éxito advertía, de alguna manera, cuán fácil es caer en la dispersión si no se hace un ejercicio de identificación puntual para convertir la idea seleccionada en una especie de deseo ardiente que lo trascienda todo, de modo que uno pueda usar energías propias y ajenas para lograrlo.
Elegir no siempre es fácil, y muchos, como señala Carlos Castaneda en las ideas que exponía en sus obras, prefieren que otros elijan porque de esa manera renuncian a la responsabilidad que implica inclinarse hacia uno u otro lado, o lados, lo que los deja al margen en caso de ocurrir alguna falla o de que no logren conquistar lo establecido por otros.
Sin embargo, elegir, y elegir bien, hace o puede hacer una gran diferencia no solo material, sino psicológica, emocional, por lo cual seguir un proceso ganador resulta fundamental. Lo primero, claro, es tener ideas entre las cuales seleccionar. Después de todo, también cabe la posibilidad de apoyar una idea que se originó en la mente de alguien más.
En unos cuantos días, el primer semestre de 2021 habrá concluido, y no serán pocos aquellos que decidan hacer un alto para revisar cómo van en relación con las metas que se fijaron (o les fijaron). Conforme a sus resultados, se verán en la necesidad de hacer con más ahínco ciertas cosas, menos otras, eliminar algunas o incorporar nuevas para lograr mejoras.
Hacer más ciertas cosas
Una revisión de lo acontecido en la primera mitad del año conduce a concluir que hay ciertas actividades que están funcionando y que, por lo tanto, hay que hacer más. Algunas prácticas están incidiendo en aspectos fundamentales del negocio. El uso de cierta tecnología rinde frutos. Algunas herramientas aportan beneficios a la productividad. El reto, en algunos casos, será saber qué hay que hacer más, lo que implica la existencia de indicadores o de una capacidad aguda de observación.
Hacer menos otras cosas
Esa revisión podrá revelar, sin embargo, que hay actividades que habrá que hacer menos, porque, si bien no arrojan todos los beneficios que se esperaban, contienen bondades que de cierto modo aprecian los clientes. No cabe duda de que se debe ser cauto para no reducir aspectos que, si bien no se deben hacer más, sí conviene mantener, ya que de lo contrario podrían afectar negartivamente a la organización, al negocio.
Eliminar algunas cosas
A veces resulta muy sencillo identificar actividades que deben eliminarse porque no solo no aportan, sino que reducen, debilitan al negocio, sin importar el tamaño que éste tenga o si se trata de un quehacer personal. Otras no son fáciles de encontrar o delimitar. Pero no cabe duda de que en los cambiantes tiempos la documentación de procesos efectuada sin la calidad necesaria o sin otros factores puede contener actividades o fases dañinas.
Incorporar nuevas cosas
En la actualidad, ser competitivos exige innovación. Aunque innovar no siempre tiene costos que asusten, sí asustan las posibles consecuencias que se derivan de su ejercicio. En no pocas ocasiones se sabe o se intuye que hay que agregar algo en la manera de hacer los negocios si se quiere conservar una cartera o acrecentarla, pero surgen dudas. Se piensa en las actividades que conviene incorporar pero éstas no se ponen en práctica o se recurre a ellas demasiado tarde. Innovar a tiempo se ha vuelto no solo una necesidad, sino una prioridad.
Habrá que aceptar que los cuatro puntos señalados demandan tomar decisiones, y en ese proceso elegir se vuelve crítico.
Llevémoslo a un ejemplo y pongamos la salud física sobre la mesa. Una revisión del estado de salud, con el apoyo o sin el apoyo de especialistas, nos podrá decir cómo estamos, sencillamente comparando nuestra condición entre el 1 de enero y el 30 de junio del año en curso.
Haga el ejercicio ahora mismo, aun sin el soporte de especialistas.
Podría apostarle a que identificará actividades que benefician su salud física y que sin duda requiere realizar más para alcanzar la vitalidad que anhela. No solo hablamos de ejercicio, de alimentación saludable, descanso necesario o sueño suficiente, sino de algunas otras prácticas que quizá lleva a cabo y que, si aumenta, se traducirán en claros beneficios.
¿No cree que puede hacer menos ciertas actividades para mejorar su salud? Tal vez algunas rutinas le agraden mucho, pero habrá que realizarlas menos. Aquí no se trata de eliminarlas todavía. Solo de reducirlas. ¿Se atrevería a apostar a que no hay actividades en su vida que esté practicando en exceso y limiten su bienestar o tal vez hasta lo dañen?
Es un hecho que casi nadie escapa a prácticas que sabemos que de plano no deben formar parte de nuestra vida cotidiana. Solo que nos agradan tanto, estamos tan apegados a ellas, que las defendemos a capa y espada y argüimos todos los pretextos imaginables para justificar mantenerlas. ¿Qué encuentra usted, en este momento, que debería eliminar de su vida?
Y, ahora sí, llegamos al renglón crucial que implica incorporar mejores prácticas en aras de gozar de una salud de más alto nivel. Quizá ya sepa qué debe añadir a su vida, pero ha postergado su inclusión. ¿Pretextos? Muchos. Al final de cuentas, agregar algo demanda a su vez enfrentarse a vacíos, que no existían porque no habíamos reducido ni eliminado actividades que nos agradan.
Bien se dice que el principal obstáculo para dar el brinco al siguiente nivel está en el estilo de vida. ¿Tiene claro el estilo de vida que lleva ahora? ¿Tiene claro el estilo de vida que quisiera mañana? Es casi proverbial la idea de que, si deseamos algo diferente, debemos hacer cosas diferentes. Pero muchos estamos atrapados en querer algo distinto realizando lo mismo de siempre para conseguirlo.
Se trata, todo lo anterior, de algo aparentemente sencillo. Lo invito a probarlo en las diferentes áreas de su vida.
Toca elegir.