Puertas adentro, la industria aseguradora no debe tomar al fraude como un costo más del total de siniestros. Es necesario laborar unidos como un verdadero ecosistema que luche contra el fraude y que incluya la denuncia penal de aquellos que cometieron el delito. Además, se debe fomentar el intercambio de información entre los diferentes actores. Esta prioridad debe sobresalir en el funcionamiento de las aseguradoras latinoamericanas.
Éste es el mensaje que la empresa Friss emitió tras dar a conocer los resultados de la más reciente Encuesta de fraude en seguros, en la que participaron 443 profesionales de seguros representantes de 52 países. En este estudio sobresale el hecho de que ocho de cada 10 interrogados manifestaron como una prioridad luchar contra este delito.
En la encuesta de hace un par de años, refiere el documento, 60 por ciento de los encuestados advertía un aumento en el fraude de seguros. Hoy esta conducta ilícita acusó una aceleración importante y paralela a los efectos ocasionados por la pandemia de COVID-19, y la tendencia continúa al alza.
Los tres principales rubros en los que se detectó el aumento de actos fraudulentos son: accidentes y robos de vehículos fraudulentos, facturación de procedimientos o servicios fantasma y accidentes falsos ocurridos en hogares. Derivado de ello, 65 por ciento de las aseguradoras se vio obligado a centrarse en la digitalización; 47 por ciento redujo costos, y 33 por ciento aumentó sus controles antifraude.
Cabe señalar, se agrega, que el aumento en el fraude y la reducción de costos van de la mano. A escala global, 43 por ciento de los encuestados se vio obligado a reducir el costo de sus operaciones como resultado de la pandemia. Casi la mitad aceleró sus esfuerzos hacia la digitalización, y uno de cada cinco manifestó querer aprovechar datos adicionales para perfilar los riesgos.
En cuanto al tipo de soluciones que una organización usa para detectar el fraude, la encuesta de Friss revela que 60 por ciento se basa en la experiencia personal; 53 por ciento, en soluciones propias; y 50 por ciento recurre a la gestión de casos, lo que revela que el deseo de avanzar hacia procesos digitalizados y directos aún no se ha alcanzado. Muchos encuestados aún confían en la experiencia de su personal y en otros métodos manuales para prevenir y predecir el fraude.
La buena noticia, subraya el estudio de Friss, es que el deseo de luchar contra el fraude es cada vez más fuerte. Eso se evidenció en el avance de un dígito de un año a otro.
El fraude representa alrededor de 10 por ciento de todos los costos de siniestros. Casi tres cuartas partes de los encuestados creen que 10 por ciento o más de los siniestros contiene un elemento de fraude, exageración o tergiversación.
La mayoría de los profesionales de la industria cree que 10 por ciento de todos los siniestros contiene un elemento de fraude. En la conferencia IASIU de 2019, los investigadores consideraban que en realidad la proporción era de 22 por ciento. La encuesta de este año dio un promedio de 18 por ciento.
Superar estos desafíos vale la pena. La eliminación del fraude tiene un claro beneficio en la ratio de siniestralidad, y es la razón principal por la que los encuestados manifestaron estar dispuestos a asumir nuevas iniciativas.
Entre los beneficios de usar software de detección de fraude a escala global, 59 por ciento de los encuestados opinó que se mejora la ratio de siniestralidad; 49 por ciento señaló que se refuerza la detección en tiempo real de los fraudes; 48 por ciento manifestó que facilita estar un paso adelante de los estafadores; y 45 por ciento cree que hay una mejor calidad de la cartera. Aprovechamiento de las nuevas tecnologías se adujo en 45 por ciento de los casos, y mejora de la eficiencia de los investigadores en 44 por ciento del total de interrogados.
En apreciación de la empresa Friss, la COVID-19 produjo un renacimiento de las suscripciones. Este año, casi la mitad de todos los aseguradores están empezando a repensar o, mejor aún, a fijar nuevos estándares de suscripción; y en comparación con la encuesta anterior se observó un aumento en la concientización sobre el fraude al comienzo del ciclo de vida de la póliza.
Por otra parte, la mayoría de las aseguradoras está examinando los datos internos de siniestros y pólizas, casos de fraude anteriores y listas de fraude conocidas. Sin embargo, menos de la mitad verifica la información sobre las pérdidas de otras aseguradoras o el comportamiento de pago, dos indicadores clave de problemas financieros y propensión a cometer fraude.
Las aseguradoras están empezando a darse cuenta de la importancia de compartir datos entre departamentos, lo que de por sí contribuye a un enorme aumento en la detección de fraude. En este sentido, 36 por ciento considera que es necesario intercambiar más conocimiento entre departamentos.
Un dato que llama la atención es que más de un tercio de los encuestados reconoce que no está utilizando métricas para valorar el fraude y, hablando de lo que no sabe, los datos se convierten en el principal desafío para luchar contra el fraude de manera eficaz. Desafortunadamente, no ha cambiado mucho: estos temas han sido persistentes e inalterables desde la primera encuesta de fraude en 2016 hecha por Friss.
Un dato más tiene que ver con las redes sociales. Si bien hay muchas apreciaciones sobre el uso y abuso de éstas, ni un solo encuestado dijo usarlas en su lucha actual contra el fraude. Utilizan solo conocimientos de su propio negocio, y a menudo de su propia unidad de negocio. Muchas aseguradoras están luchando por mantenerse al día con las tendencias, esquemas y tácticas emergentes de fraude.
En conclusión, la empresa autora de la encuesta refiere que a menudo las personas dan por sentado el respaldo del seguro, y el objetivo es hacer que esta industria sea más honesta, lo que reducirá las primas para todos. “El seguro potencia la mayoría de las cosas increíbles que logramos en la vida. Por eso creemos que el seguro es algo extraordinario”.