El reto de rediseñar el sistema de garantías

Charlemos seguros

El asegurador

Aunque se dice rápido y fácil,  rediseñar el sistema de garantías  es hoy un reto que exigirá al sector afianzador poner en juego lo mejor de sus capacidades  para conseguirlo. Es urgente aclarar la manera en la que la fianza y el seguro de Caución convivirán  en el mercado; lograr que muchos agentes evolucionen y entiendan que su rol va más allá de solo llevar y traer papeles; conseguir que los beneficiarios se ciñan a lo establecido en el proceso para que los requerimientos que elaboren se traduzcan en reclamaciones pagadas de forma expedita en tiempo    y forma.

Ya en el panel que sobre la materia se incluyó en el Congreso Internacional de la Asociación Mexicana de Agentes de Seguros y Fianzas, A. C. (Amasfac), se examinaron las debilidades del sector en la primera mitad del año en curso, si bien los directivos de las afianzadoras participantes hicieron hincapié  en el entorno, adverso, y sus efectos en lo que va del nuevo sexenio, a la vez que se reconocían las debilidades propias de esta industria sobre las que les toca actuar y la necesidad que existe de cambiarle el rostro a este mecanismo de garantía ante los beneficiarios.

Después de ese evento, tuvimos la oportunidad de reunirnos con Jorge Rodríguez Elorduy, expresidente de la Asociación Mexicana de Garantías y vicepresidente del Comité Organizador del Seminario Técnico de la Asociación Panamericana de Fianzas, evento que en 2019 tiene como sede   Ciudad de México y que acaecerá del 30 de septiembre al 4 de octubre. Es ésta una reunión en la cual confluirán reaseguradores de 33 países, así como grandes beneficiarios, afianzadores, autoridades y otros personajes de entidades relacionadas con estos servicios financieros.

En el congreso de la Amasfac afloró la idea de que pareciera que nadie sabe dónde   está parado con respecto a la fianza y, peor aún, respecto al seguro de Caución; aunque sí se admitió que la demanda de fianzas se redujo sustancialmente al entrar en funciones el nuevo Gobierno,  desatándose una competencia en la que las tarifas bajan, y no se piensa en que, eventualmente, cuando se suscribe con ligereza, las consecuencias se sufren a la hora de que se presentan los incumplimientos de contratos y las reclamaciones.

La problemática no es producto, sin embargo, de la coyuntura actual, si bien se admitió que ahora se ha agudizado. De esa manera, diría Enrique Murguía Pozzi, director general de Grupo Financiero Aserta,   el desafío estriba en honrar los compromisos que como afianzadora se asumen, pues el desprestigio que enfrenta la fianza no emana de los productos en sí, sino de la actitud que las compañías del sector exhiben  a la hora de enfrentar las reclamaciones correspondientes.

Desde la  perspectiva de Murguía Pozzi, el desafío se extiende hasta la fuerza de ventas, pues el promedio de edad de quienes intermedian la fianza es de 60 años, y el interés por sumarse a la actividad no ha tenido eco,  ni siquiera, generalizando, en los hijos de aquellos que han dedicado su vida a este negocio y han construido carteras; todo esto al margen de que, existiendo en las compañías planes de capacitación para los interesados, tales cursos no reciben la respuesta que deberían tener si la tarea luciera atractiva.

Ante un señalamiento del público en el sentido de que las afianzadoras no hacen mucho para promover el uso de la fianza, Arturo Martínez, director general de Chubb Fianzas, dijo que éste no es un producto que pueda venderse  como un seguro, pues para ello es preciso que haya un contrato que garantizar. Francisco Barajas, director general de Tokio Marine Fianzas, llamó a pensar “fuera de la caja”, pues México es un país con características que atraen la inversión y su economía volverá a crecer.

Flavio Ávila, director general de Fianzas Dorama, dijo con  énfasis que la crisis se explica fácilmente por la gran dependencia que el sector tiene del Gobierno.   Hoy se habla de que más de 80 por ciento de los ingresos por primas proceden de contratos de afianzamiento que tienen relación con las fianzas administrativas, con la obra pública;  y los beneficiarios han puesto en tela de juicio la utilidad de las fianzas, aunque los conflictos se presentan más por vicios al elaborar los requerimientos.

Había que pasar por esto…

De vuelta con lo conversado con Jorge Rodríguez Elorduy   —quien estuvo acompañado de Mario Carrillo López, director general de la Asociación Mexicana de Instituciones de Garantías—, éste   destacó la necesidad de poner en claro la funcionalidad de la fianza. Ese objetivo se buscará en el seminario técnico de inminente realización,  al que acuden afianzadores, reaseguradores, beneficiarios, fiados, autoridades…, todos en un ambiente en el que es común escuchar que el Gobierno   carece de recursos para obras y por ello llama a pensar en mecanismos de financiamiento.

La crisis no sorprende a nadie. La parálisis tiene su razón de ser. El Gobierno Federal  tiene la firme intención de acotar la discrecionalidad en algunas fases de las relaciones. Se supone que una definición más clara de las atribuciones y sus responsabilidades evitará que las cosas se sigan haciendo como en el pasado, lo que explica las medidas adoptadas por la  autoridad, que, si bien parecieran hasta arbitrarias, tienen su peso en la estrategia de poner cierto orden en las cosas.

De ahí que en el seminario técnico se prevea  la participación de expertos en diversos campos que, sobre todo, se pretende que expongan, sin apasionamientos, el estado de las cosas. El panorama del estado del negocio y de la economía y la política en México debe quedar lo más claro posible para todos los participantes en el evento, en especial para los que vienen del exterior. Ésta  es asimismo una oportunidad para sentar los básicos de la fianza y aclarar perspectivas en Caución y en Crédito.

Al fin y al cabo,  diría Rodríguez Elorduy, de lo que se trata es de hacer más simple y eficiente el pago de las reclamaciones, de modo que se abata la  frustración de los beneficiarios, en especial de entidades relacionadas con el Gobierno. ¿Y cómo se logra esto? Pues precisando aquello que corresponde a los afianzadores y lo que les toca hacer a dichos beneficiarios, pues vicios de diversa índole terminan retrasando la ejecución de procedimientos y desembocan  en reclamaciones improcedentes.

El rechazo de las reclamaciones ha generado una idea poco objetiva en la Tesorería de la Federación, que ve cómo nueve de cada 10 no encuentran la respuesta imaginada, sin que, posiblemente, haya conocimiento, entendimiento ni  comprensión de lo que existe detrás de esas decisiones de las afianzadoras. Ignoran que, por malas prácticas y manejos de relaciones que van en contra de los intereses de los beneficiarios, el procedimiento de ejecución se vicia y acaba por no prosperar.

No obstante, un tema relevante es el   referido al seguro de Caución, que tras varios años de negociaciones (de 2008 a 2013) terminó por dejarse como se proyectaba, con lo cual las afianzadoras solo cumplieron con lo necesario para no perder la licencia alcanzada al convertirse en aseguradoras que manejarán  esa cobertura. Hay una serie de renglones oscuros que deberán aclararse para que dicho seguro pueda operar conviviendo con la fianza.

Por fortuna, desde la perspectiva de Rodríguez Elorduy, el presidente de la Comisión Nacional de Seguros y Fianzas, Ricardo Ernesto Ochoa Rodríguez, tiene un interés auténtico por conocer a fondo lo que el seguro de Caución enfrenta para poder operar adecuadamente. El reto es lograr que el funcionario tenga los elementos suficientes a la mano como para tomar decisiones que impulsen la claridad y entonces no haya dudas en cuanto a qué lugar tiene la fianza y   qué lugar corresponde a dicho seguro.

No hay un ejemplo contundente que  seguir respecto al manejo de las dos figuras al mismo tiempo, pero sí en cuanto al proceso de ejecución que en relación con el  seguro de Caución se lleva a cabo en España, donde la ley establece condiciones y vigila de cerca su cumplimiento; y agiliza y transparenta el proceso de ejecución a tal nivel que, al participar las propias aseguradoras que pudieran ser afectadas en el análisis del contrato incumplido y las circunstancias concomitantes, agiliza el pago cuando éste procede.

Cerrar los espacios a la discrecionalidad en México podría significar la oportunidad para que la fianza y el seguro de Caución, y en su caso incluyendo al seguro de Crédito, operen de   manera tal que eviten que sigan presentándose componendas y arreglos, por diversos motivos, y se acabe de una vez por todas con la idea de que, en materia de reclamaciones, “las afianzadoras las batean todas”; y, en el caso de las aseguradoras, éstas “no pagan o hacen todo para no pagar o para pagar lo menos posible”.

 Interesante, por todo lo anterior, lo que se examinará  en el Seminario Técnico de PASA APF 2019. 

Allá nos vemos. 

Las opiniones expresadas en los artículos firmados son las de los autores y no reflejan necesariamente los puntos de vista de El Asegurador.

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