En el campo de batalla hay una constante: nunca se sabe lo que va a suceder. No importa cuánta planificación se realice ni cuánta información esté disponible, ni qué equipo traigas, todo puede cambiar en un momento. Jake Wood, como exsoldado de la infantería de marina de Estados Unidos, desplegado en Irak y Afganistán, lo sabe bien.
“En la guerra, dentro de un equipo, pasa mucho como en las empresas. De cada 100 soldados que van, 10 por ciento ni siquiera debería estar ahí; 80 por ciento son ovejas que seguirán órdenes lo mejor posible; va a haber nueve peleadores extraordinarios en la ejecución; y, finalmente, un solo guerrero, que tiene como misión traer a los 99 soldados restantes a salvo a casa”.
Ese liderazgo, el de un comandante a cargo de un grupo de soldados, no podría llevarse a cabo sin las cualidades elementales de un líder. Y no se es líder por designación ni por rango, sino por haber demostrado que se es capaz de albergar en el alma un interés genuino por los demás, empatía, comprensión y, sobre todo, amor por el equipo.
“La gente a la que lideras busca ser guiada por principios y, poco a poco, se van convirtiendo en una versión de ti. A ellos no les importan las 99 veces que hiciste bien tu trabajo, sino la vez que antepusiste el interés por ellos sobre cualquier otra cosa”, afirma Wood.
Cuando Wood se retira del Ejército, condecorado con la Medalla del Congreso por haber desarrollado un trabajo sobresaliente en combate, decide que quiere hacer algo con su vida después de esa etapa. Es muy usual, afirma, que, una vez retirados, los soldados enfrenten una sensación de pérdida: ¿qué hago ahora con todo lo que sé?
Su momento fue el terremoto de Haití de 2010. Al ver en la televisión las dramáticas escenas de devastación y muerte, inmediatamente se ofreció para ir a ayudar. Sin embargo, su solicitud fue rechazada por el Gobierno.
Pero eso no lo detuvo. Inmediatamente llamó a sus compañeros combatientes de la Marina y les pidió que se unieran a él para ir a ayudar y que dejaran todo en ese momento. Un grupo de ocho exsoldados salieron, y en menos de 48 horas después del terremoto estaban ahí, utilizando toda su experiencia en combate para ayudar a la población en emergencia. Así nació Team Rubicon, una fuerza que recluta a exmilitares para ayudar en situaciones de desastre.
Hoy en día, la organización rebasa los 100,000 voluntarios, y han ayudado en 400 desastres alrededor del mundo. “Descubrimos que, si a estos extraordinarios hombres les das un sentido de identidad, pueden dar mucho más de lo imaginable”.
En el camino de la formación de Team Rubicon, Wood aprendió cuatro valiosas lecciones:
1.- Todo empieza con una visión: la visión tiene que ser simple, muy clara, y la gente debe poder sentirse identificada con ella. Nuestra visión es ser los mejores en el mundo, y hoy lo somos.
2.- Encuentra e integra a los nueve correctos: encuentra a la gente correcta e inclúyela. Busca soñadores, no currículos. Nunca vayas por versiones menores de ti mismo; tienes que comprometerte con rodearte de tus pares y de superiores. “Cuando entrevisto a alguien para tener un puesto importante de liderazgo en Team Rubicon, le pregunto si estaría dispuesto a dejar todo hoy para irse a ayudar, y de su respuesta depende mucho. Pero lo más importante es la pregunta que me hago: ¿seguiría yo a esta persona si me pidiera lo mismo? ¿Me inspira esa confianza? ¿Puedo estar seguro de que lo daría todo por esta visión?”.
3.- Crea una cultura que cuente de verdad: a través de un liderazgo ético y sólido puedes transmitir la visión; sólo contarás con la colaboración de la gente por los valores que reflejes. Define tus valores y su significado para tu organización. Tus políticas, procesos, prácticas y recompensas deben coincidir con estos valores.
4.- Empodera, empodera, empodera: a tu equipo para actuar y al tomar decisiones críticas. Si elegiste bien a tu equipo, dale la oportunidad de actuar y responder, porque ten por seguro que lo harán.
Jake Wood es cofundador y CEO de Team Rubicon, organización no lucrativa que recluta, capacita y despliega veteranos militares en zonas de desastre alrededor del mundo. Hoy, con 100,000 voluntarios, ha estado en los peores desastres del siglo. Fue honrado con la Medalla de la Confederación de las Fuerzas Navales y Marina de Estados Unidos por su labor en los conflictos bélicos de Irak y Afganistán.