“Buen amigo, te escribo. Espero comprenderás; han pasado tantas cosas; alguna te alegrará”. Éstas son las palabras de la primera estrofa de una canción escrita originalmente por Lucio Dalla y magistralmente adaptada a nuestro idioma por Emmanuel que yo escuchaba cuando era niño y contaba con apenas unos 12 años.
Eran los inicios de los años ochenta, y México vivía una de las peores crisis económicas y sociales que se han conocido. Gobernaba el PRI en la persona de Miguel de la Madrid, y la situación, caótica, aunada a la ineficiencia y pasividad del gris personaje que manejaba nuestros destinos, ahondaba aún más la desesperanza que se sentía en el ambiente y que yo, a pesar de mi corta edad, percibía por las pláticas de mi papá, que, quizá por su ámbito profesional, siempre estaba muy enterado de los temas políticos.
No resistí a la tentación de nombrar mi colaboración mensual de esta manera porque acabamos de terminar un año que generó grandes frustraciones en muchas personas, que tenían la esperanza de que fuera mejor que el 2020 en temas económicos y sociales, lo cual no sucedió, y comenzamos un año lleno de nuevas esperanzas, que se vieron de alguna manera afectadas con la noticia, en los primeros días del 2022, del exponencial incremento en contagios por la nueva cepa de COVID-19 llamada ómicron, que, aunque al parecer es mucho menos letal que todas las variantes anteriores, es infinitamente más contagiosa, por lo que, ahora sí, todos tenemos un amigo, familiar o conocido que en este momento se encuentra infectado por este virus, que ha causado incalculables daños a la población en todos los sentidos.
“Desde que tú partiste, todo ha sido novedad; el año viejo ya terminó, pero hay algo que ahora aquí no va”.
Y sucedió lo que tenía que suceder: un mercado asegurador que ha pagado el mayor monto jamás desembolsado a causa de la crisis de salud y que comenzó a hacer ajustes en su cobertura cuando el siniestro es derivado del contagio de coronavirus. Esta situación se dio a conocer en algunos comunicados, y ha provocado los aplausos de unos y el descontento de otros, pero, vista de manera objetiva, es solamente una manera de concientizar a la población en el sentido de la protección que brindan las vacunas (sin ahondar en el tema de si son buenas, malas o regulares, porque simplemente es lo que hay) y disminuir el efecto del pago de estos siniestros en las primas de seguro en el futuro, es decir, seleccionar el riesgo entre los ciudadanos que deciden tomar la protección que pudiera brindarles la vacuna y quienes, por voluntad propia, optaron por no vacunarse, quienes podrían ver limitada su suma asegurada o bien caer en el supuesto de agravación de riesgo, con lo cual la compañía aseguradora se reserva el derecho de cubrir o no, después del análisis de cada caso.
No deseo dar mi opinión respecto de si son adecuadas o no las medidas adoptadas por cada institución, pero la decisión está en el cliente. Ya cada uno sabrá; en mi caso particular, opté por vacunarme desde que fue posible hacerlo.
“Mas las televisiones han dicho que el nuevo año nos traerá varias transformaciones, las que estamos todos esperando”.
También en estos días tuve la oportunidad de charlar en mi videocolumna de enero con Joaquín Neira, vicepresidente de Berkley Environmental, quien enriqueció el espacio con su sabiduría respecto de la cobertura que brinda el seguro de RC Ambiental, un tema de mucha actualidad, ya que diversos analistas han apremiado a los líderes mundiales a detener el daño al medio ambiente antes de que sea demasiado tarde, pero una de las preguntas más importantes que caben dentro de todos los temas que abordamos fue ¿cuánto cuesta un daño al medio ambiente? Es decir, ¿cómo se calcula el precio de dicho daño y cuál sería el monto a indemnizar?
Primero que nada, Joaquín nos dio una cátedra de cómo en nuestro país existe toda una legislación que protege al medio ambiente y establece las sanciones por el daño provocado, por lo que este producto en México deberá tener un fuerte incremento en su colocación y venta en muy poco tiempo. Es sorprendente su conocimiento respecto de la legislación mexicana, sobre todo sabiendo que nació en Argentina y hace ya varios años que vive en Miami, Florida, pero por lo mismo nos deja tranquilos al informarnos que en nuestro país todo está dado para el florecimiento de este tipo de cobertura, que representa una inmejorable oportunidad de negocio para las aseguradoras establecidas aquí y que manejan el ramo.
Y, regresando al tema del monto a indemnizar por un daño ambiental, que debería ser acorde con la suma asegurada contratada, llegamos a la conclusión de que son riesgos que deben suscribirse uno a uno y de acuerdo con la actividad y riesgo de cada empresa. También se debe delimitar la suma asegurada que se considera suficiente para el pago de los daños que pudieran provocarse; pero, aun con esa perspectiva, es sumamente complicado asignar una suma asegurada correcta, ya que el daño a resarcir será determinado por la autoridad al momento de ocurrencia del siniestro, siendo así que, hablando de una suma asegurada muy utilizada, pongamos un millón de dólares para el caso de los siniestros que le ha tocado atender a Joaquín. Ese valor no ha alcanzado a cubrir el monto estipulado por la autoridad, pero sí ha resultado un alivio para el empresario, pues es conveniente contar con esa suma para pagar al menos los primeros gastos. Dicho de otra manera, en todos los casos ha sido infinitamente mejor estar asegurado por un millón de dólares que no contar siquiera con esa protección.
“El año que está llegando tras un año pasará; yo me estoy preparando; es ésta la novedad”.
Los espero nuevamente en febrero, en este su espacio, para que juntos Charlemos Seguros de los temas de interés que nos competen en el mercado asegurador. Tengan todos un magnífico y productivo inicio de año.