Faltan solo unas cuantas semanas para que se lleve a cabo la Convención de Aseguradores de la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros, lo que ocurrirá los días 14 y 15 de mayo.
Recordar los inicios del hoy magno evento del sector en este país me lleva a pensar en que algo fuera de lo común debe ocurrir para que las iniciativas cobren vigor, fuerza y permanencia.
No son raras las iniciativas dignas de una vida larga, pero sí son atípicas las ocasiones en las que esas ideas llaman la atención de personas que pueden convertirlas en algo que dé frutos.
Quizá algunos sepan que cierto día en que acudí a la inauguración del centro de capacitación de Asemex (Aseguradora Mexicana, firma paraestatal hoy desaparecida) me encontré a tres presidentes de asociaciones de profesionales de la industria del seguro.
Aquella tarde advertí que no se conocían entre sí, y les propuse reunirse en un desayuno que organizaría El Asegurador para convidar a todos los presidentes de organismos intermedios del seguro y de la fianza. Aquel convivio ocurrió.
Para platicarles a los presentes en esa reunión algo a guisa de introducción, le pedimos a Arturo Martí Berenguer que nos regalara unos conceptos que él ya había pergeñado alrededor de la responsabilidad social de los organismos intermedios como los que encabezaban esos invitados.
A ese desayuno, ofrecido en Villa Lorraine, restaurante que hoy lleva el nombre de Los Almendros, llegaría una persona que haría que la iniciativa no muriera, como tantas otras, por inanición.
En efecto, como presidente de la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS), Clemente Cabello le dio un giro a esa iniciativa de juntarlos, que quizás habría muerto ese mismo día.
Narraríamos una larga historia si contáramos cuánto tuvo que hacer Clemente Cabello para aprovechar el talento y las ideas de los presidentes de asociaciones para emprender acciones que finalmente culminaron en lo que hoy es la Convención de Aseguradores de México.
Uno tendría que preguntarse por qué muchas buenas ideas mueren pronto. Mi respuesta es que en múltiples ocasiones falta humildad y sobra protagonismo, y no se comprende que defendiendo nuestra parcela matamos el todo de lo que se trate.
Hoy en día, el evento mencionado es un foro que muestra la fuerza, el poder que una industria como la aseguradora tiene como parte del sector financiero y dentro de la economía del país.
En la actualidad, los sectores asegurador y afianzador requieren estar unidos en los grandes trazos, aunque luego deban competir, como exige cada una de las visiones que las empresas tienen al ser constituidas y operar en el mercado.
El tema es cómo sentar alrededor de una mesa a los diferentes actores de estas industrias y llegar a acuerdos sostenibles en el tiempo que sean susceptibles de las modificaciones que sea preciso introducirles, pero sin fragmentarse.
Todos y cada uno de aquellos que trabajan en seguros y en fianzas tienen un papel fundamental para que el todo, el seguro y la fianza, cumpla con la misión que tienen como instrumentos de uso adecuado en la administración integral de riesgos.
No puede uno esperar la renuncia a la naturaleza propia, ni hay una razón para hacerlo. De lo que se trata es de encontrar ese “algo” que unifique de tal forma que todos y cada uno conduzcan a estos sectores a ser cada día más respetables y respetados.
Hay un camino largo por recorrer en el sentido que queremos imprimir a este texto. Iniciativa y liderazgo son dos factores críticos para el hallazgo de un propósito que tenga sentido para todos los participantes en el seguro y en la fianza.
Son muchos los que hoy trabajan un día sí y otro también para transformar en diferentes fases el seguro y la fianza. No obstante, en ese proceso no se debería olvidar la necesaria transformación desde la misma esencia, sin detenerse solo en principios teóricos carentes de acción.
Recuerdo un texto que dice que el éxito en los negocios consiste en resolverle a la sociedad un problema que dicha sociedad no sabe que tiene.
Disrupción, más que innovación, sugeriría después un amigo cercano.
Conclusión: habrá que identificar el problema y, en su caso, esperar a ese líder que conducirá la solución creada.
¿De dónde provendrá ese líder? ¿Saldrá del sector privado o del sector público?