Comenzamos el segundo semestre del año y, contrario a todos los pronósticos que daban por terminada la emergencia de la pandemia, tenemos a la vista un tercer rebrote de la enfermedad en muchos de los países en los que se creía que ya estaba bajo control; incluso en México, nuestro “rock star” a cargo del manejo de la crisis dejó de impartir sus infumables conferencias de prensa vespertinas diarias en las que ya no atinaba qué decir entre mentiras e imprecisiones.
La buena noticia, dentro de lo malo que se ha anunciado, es que gracias a la vacunación, que se ha acelerado a escala mundial, seguramente tendremos mucho menos casos graves, aunque el número de contagios se incremente; y en poco tiempo la COVID 19, cuyo agente patógeno era concebido como un virus que llegó para quedarse, dejará de ser tan temible por su mortalidad, y tengo confianza en que se convertirá, cuando se desarrollen los medicamentos para controlarlo, en una enfermedad respiratoria más con la que conviviremos en cada estación de frío.
Por lo anteriormente comentado, mis estimados amigos, los invito a que Charlemos Seguros con respecto a la evolución del mediador de seguros en la era digital, ya que la emergencia sanitaria fue también un acelerador de los procesos digitales, tanto de aseguradoras como de intermediarios, que obligó a todos, dentro de las instituciones, en los despachos, promotorías y agentes independientes, a incluir la digitalización en la mayoría de los procesos.
Parece mentira, pero apenas a finales de 2019 me topé con agentes que no contaban siquiera con un correo electrónico entre sus herramientas de trabajo. Al declararse la pandemia, no teniendo personal que atendiera en las aseguradoras de manera presencial, aun los agentes más tradicionales tuvieron que evolucionar para sobrevivir, antes de que la tecnología acabara con sus despachos o de que la competencia les ganara la mayoría de sus clientes.
A propósito de este tema, hace unos días tuve la oportunidad de platicar en mi videocolumna con Elena Jiménez de Andrade, quien ha sido ratificada como presidenta del Colegio de Mediadores de Madrid. Ella conoce profundamente el mercado asegurador en su región y en toda España.
La verdad es que tuvimos una charla muy amena en la que tocamos temas muy diversos, pero para mi sorpresa me encontré con que muchas de las situaciones que se presentaron en México y que nos preocupan como sector son las mismas que ellos tienen en la agenda, del otro lado del océano, entre ellas, por cierto, la poca eficiencia de los gobiernos para la atención de la emergencia.
Pese a ello, el mercado asegurador, tanto en México como en España, dio un ejemplo de solidaridad con la sociedad haciendo evolucionar de manera muy acelerada sus sistemas de atención, tanto a los agentes como a los asegurados, e implementando medidas tendientes a mitigar la afectación económica de los clientes al ampliar los plazos de pago de las pólizas, solo por poner un ejemplo.
No obstante, este tiempo de pandemia trajo también como consecuencia la proliferación de ciertos riesgos que, si bien siempre estuvieron latentes y existía una cobertura para enfrentarlos, encontraron en el encierro de la población y en la atención remota de las empresas, entre ellas los bancos y la superdemandada mensajería, terreno fértil para su crecimiento.
Estoy hablando por supuesto de los riesgos cibernéticos, en los que el delincuente puede atacar de diferentes maneras generando un quebranto económico a las víctimas, ya sea “secuestrando” su información o bien extrayendo datos personales de sus clientes y proveedores para luego utilizarlos con fines ilícitos; pero quizá el más grave de los delitos cometidos por los ciberdelincuentes sea el robo literal del dinero de los cuentahabientes de las instituciones de crédito, que perpetran de manera virtual.
En los últimos meses tuve oportunidad de entrevistar a los funcionarios encargados de la seguridad cibernética de al menos dos bancos, y la preocupación que muestran es mayúscula cuando se habla del riesgo real de que el dinero depositado en sus instituciones sea extraído con ayuda de la tecnología.
Abundando en el tema, comentaba con Elenita que tanto en España como en México existen productos de seguros que protegen a las instituciones contra este tipo de delitos desde hace al menos 20 años, con costos realmente económicos. Sin embargo, jamás habían sido tan demandados como ahora, cuando se pudo palpar de manera importante el riesgo de que se presentara un siniestro, lo que provocó una sobredemanda de este tipo de productos y, por ende, un endurecimiento del mercado y de las reglas de suscripción, que se volvieron más estrictas por parte de las aseguradoras que ofrecen estos productos, comúnmente denominados Líneas Financieras.
Con toda seguridad, una vez que pase la parte más crítica de la emergencia sanitaria, el mercado se estabilizará, pero también se encontrarán nuevas maneras de protección con el surgimiento de nuevos productos o la evolución de los existentes. Haber tenido a un personaje como Elena en mi espacio mensual resultó muy interesante y grato, porque enriqueció el tema con sus atinados comentarios, derivados de su gran experiencia en el sector asegurador español.
Quiero aprovechar estas últimas líneas para enviar un caluroso abrazo a don Genuario Rojas, fundador de este medio informativo, quien apenas el pasado 4 de julio celebró su cumpleaños; no tengo duda de que esta nueva vuelta al sol representará nuevos retos y muchos éxitos en su gran trayectoria en el periodismo de seguros.
Nos leemos próximamente para que nuevamente Charlemos Seguros en este espacio que tengo oportunidad de compartir con todos ustedes. Reciban un fuerte abrazo.