El diálogo social entre empresas, trabajadores y gobierno puede desempeñar un papel fundamental para gestionar el efecto de la crisis por la COVID-19 en el mundo laboral, y tiene un gran potencial para garantizar que los medios de vida y oportunidades de los más afectados estén protegidos.
Así lo destaca el informe Diálogo social, habilidades y COVID-19, publicado en forma conjunta por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y Global Deal Partnership, que afirma que la pandemia ha expuesto y agudizado la desigualdad subyacente y está afectando de manera desproporcionada a los grupos vulnerables que ya enfrentan la inseguridad, como las personas poco calificadas, trabajadores informales, jóvenes y mujeres.
El reporte revela que el diálogo social y la negociación colectiva deben desempeñar un papel clave en la reconstrucción de una economía más sostenible, en la que los beneficios del crecimiento se distribuyan en toda la sociedad.
También subraya que es frecuente que los acuerdos entre empresas, sindicatos y gobiernos desempeñen un rol importante para establecer modalidades de trabajo con horario reducido, cuyo propósito es proteger los ingresos y a las empresas durante el confinamiento. Añade que los elementos esenciales han sido el compromiso de las empresas de no despedir trabajadores, mientras los sindicatos aceptan recortar las jornadas laborales y reducir los salarios. Los gobiernos han intervenido con ayudas o subsidios salariales para compensar las disminuciones de salario.
Esos acuerdos pueden contribuir a reforzar la confianza de los consumidores al mantener a los trabajadores en su puesto de trabajo y conservar los ingresos. El informe examina cómo han funcionado esos acuerdos en varios países, entre ellos Alemania, Italia y Francia.
El análisis de la OCDE señala además la importancia de involucrar a todos los interlocutores sociales para garantizar condiciones laborales seguras durante la pandemia, sobre todo cuando diversos trabajadores pueden ser más renuentes a expresar su preocupación durante la crisis por temor a perder su empleo. El diálogo social ofrece un foro para comprender las inquietudes de los trabajadores y negociar tácticas equilibradas.
Al presentar el informe junto con Guy Ryder, director general de la OIT, y Anna Hallberg, ministra de comercio de Suecia, el Secretario General de la OCDE, Angel Gurría, señaló: “el diálogo social ha configurado las políticas que apoyaron a los trabajadores y sostuvieron la economía, ayudando a impulsar la confianza durante la crisis. La importancia del diálogo social no se limita a la gestión inmediata de la crisis. También ayuda a los países a cumplir con los compromisos de la Agenda 2030 de la ONU y a prepararse para tendencias mundiales como la digitalización, la globalización y el cambio climático.”
Por otro lado y considerando que muchos de los trabajadores esenciales ‘de primera línea’ tienen salarios bajos, como los de servicios médicos, alimentos procesados o, por ejemplo, los cajeros de supermercados, establecer salarios mínimos adecuados a través de disposiciones reglamentarias o negociaciones colectivas y lograr decisiones equilibradas mediante el diálogo social puede mejorar los niveles de vida. La justicia y la equidad producirán un mercado laboral resistente y una recuperación más sólida, señala el reporte.
Además de los desafíos causados por la crisis de la COVID-19, los mercados laborales están teniendo que adaptarse al cambio tecnológico, lo que crea una demanda de nuevas habilidades. El informe concluye e insiste en la necesidad de políticas y mecanismos explícitos para promover el aprendizaje permanente y la adquisición de habilidades. En tal sentido, el diálogo social es necesario a nivel nacional, sectorial y empresarial, y la participación de los trabajadores en las decisiones puede facilitar la adopción eficaz de programas para la adquisición de habilidades.