Para nadie es un secreto que México es uno de los países más vulnerables a padecer catástrofes naturales. Sus efectos, tanto económicos como sociales, han golpeado con dureza a la sociedad, siendo la población que vive en condiciones de alta marginación, la más afectada.
De acuerdo con cifras del Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred), 48.8 por ciento de los municipios declarados en desastre registran índices de alta marginación; mientras que 46.8 por ciento de daños y pérdidas totales entre 1999 y 2018, corresponden al sector carretero municipal, estatal y federal.
La información divulgada por el propio Cenapred refiere que en lo que respecta al costo anual de los desastres, éste es determinado por los efectos de los fenómenos climáticos extremos; por ejemplo, 2010 se caracterizó por la presencia de tres huracanes: Alex, Karl y Matthew; mientras que en 2013 se presentaron dos: Ingrid y Manuel.
Por último, Cenapred señala que los desastres naturales se miden de dos formas: por los daños y pérdidas a nivel económico, así como por las afectaciones que ocurren en el ámbito social; por ejemplo, personas heridas y defunciones; casas, escuelas y hospitales perjudicados, entre otros rubros.