La peste aceleró el Renacimiento, tal como hizo la irrupción de la COVID-19 con la digitalización, especialmente en el sector asegurador, industria que, desde mi perspectiva, aún se resistía a dar pasos firmes en el camino hacia la transformación digital.
Durante la Edad Media —época que de “media” solo tuvo el nombre— fueron las resistencias sociales y religiosas las que impidieron un avance acelerado en el orbe.
Es ocioso hablar del nuevo coronavirus y paralelamente no prepararse para sus consecuencias. Habiendo revisado los efectos que generó el distanciamiento social, se concluye que los medios electrónicos nos “acercaron” como sociedad. En tal sentido, sigo dudando de si también nos unieron como especie.
Muy pronto quisimos hacer lo mismo por diferentes caminos: cursos, conferencias, webinars… Parecía que la cantidad de horas frente a la pantalla podría subsanar la distancia social, por lo que seguíamos sin distinguir el camino, ya que todo “permaneció” igual en cuanto a relaciones interpersonales. De ahí que lo único que se haya modificado fuera el medio de transmisión.
Insisto: renacer no es hacer lo mismo por diferente medio; renacer implica ver el mundo con una nueva mirada, iniciando por ser mejores personas —convivir, descansar, crecer, etcétera— y siguiendo con una propuesta diferente de valor para tus clientes, lo que se percibirá como un nuevo servicio. La respuesta a esta promesa es la clave de los siguientes años.
Escribo este artículo en pleno pico de la pandemia —espero que así sea—, y aún percibo de manera muy difusa los grandes cambios que todos esperaríamos para las pequeñas y medianas empresas de agentes de seguros.
Me concentro ahora en las preguntas base para este renacimiento: ¿cómo entender ahora los motivos por los que se compra un seguro? ¿Cómo interactuar en un mundo tridimensional plano? ¿Cuáles son las variables que determinan mi éxito? ¿Qué posibilidades existen para crecer en este momento?
Esta última pregunta parece al menos insensata en momentos en los que todo el mundo está concentrado en sobrevivir. Si estás concentrado en sobrevivir, eso pasará; es decir, en donde pongas tu mente ahí todo florecerá. Insisto: recuerda la Edad Media. Los que pensaron después de la peste que todo seguiría igual pues dejaron de existir. Los que visualizaron los cambios y se adaptaron al entorno y nuevas condiciones realizaron las grandes obras.
El resultado está en la mente del asesor: ¿quiero reinventarme para posicionarme y crecer o quiero protegerme para sobrevivir? ¿Cuál de los dos paradigmas guiará tu camino?
Si estás pensando en carencia o en abundancia, sé cuidadoso, porque eso atraerás. ¿Sigues pensando en ciudades medievales amuralladas o estás pensando de manera cuántica?
De manera cuántica significa sopesando los límites de espacio y tiempo, que hoy ya no existen. En cuanto al espacio, antes por distancia física era posible una actividad limitada; ahora eso no existe. Antes definías tu lugar de trabajo con base en tu oficina. Eso ya no existe. Antes vivías cerca de tu lugar de trabajo y clientes. Eso ya no existe. Solo echa un vistazo a Europa: los inmuebles en Madrid están bajando de precio, y las fincas cerca de las grandes ciudades están subiendo de valor.
En cuanto al tiempo, antes atendías a tus clientes cerca, para maximizar tu tiempo; eso ya no existe. Tu actividad —principalmente en las grandes ciudades— estaba limitada por los traslados. Eso no existirá. Los horarios estaban basados en horarios de negocio. Aún no tengo claro cuáles serán los nuevos.
Lo que espero también es que se tenga el tiempo para darse ese lujo de reunirse por el placer de conversar con las personas, y no solo para negocios. Las entrevistas de trabajo serán diferentes. Antes no tenías tiempo de ver a las personas queridas, y mira hoy: te quejas de tener mucho tiempo. ¡Qué paradoja!
Sobre todo, espero que todo esto traiga una mejor vida en la que el descanso, la posibilidad de no hacer nada y la creación sean tu renacimiento; y tu propuesta de valor se base en las emociones, y no en la productividad.