Un comunicado emitido por Munich Re destaca que después de la temporada de huracanes del Atlántico Norte de 2022, las pérdidas totales ocasionadas por todas las tormentas tuvieron un costo de alrededor de 110,000 millones de dólares, y que, de ese monto, los daños asegurados fueron de 65,000 millones de dólares.
Asimismo, la firma espera que el huracán Ian genere por sí solo pérdidas por valor de 100,000 millones de dólares, y 60,000 millones de dólares de ellas se traspasarán a reaseguradoras privadas.
Munich Re precisa que las cifras de pérdidas aseguradas excluyen aquellas del Programa Nacional de Seguros contra Inundaciones (NFIP), que se espera que incurra en costos de 3.5 mil millones a 5.3 mil millones de dólares tan solo por el huracán Ian, según los reclamos presentados hasta el momento.
Ernst Rauch, científico climático jefe de Munich Re, señaló que el año muestra una tendencia de aumento de las pérdidas aseguradas, teniendo como un claro factor el cambio climático.
La reaseguradora destaca también que la temporada de huracanes de este año en el Atlántico Norte en realidad produjo menos tormentas de lo que se temía originalmente; sin embargo, el daño devastador causado por Ian en Florida hizo que se convirtiera en la tercera temporada de huracanes más cara hasta la fecha.
Al final de la temporada oficial de tormentas al concluir noviembre, Munich Re apuntó que se habían contado 14 tormentas con nombre en el Atlántico Norte, de las cuales ocho alcanzaron la fuerza de un huracán y dos eran tormentas de las categorías más severas 3-5.
Si bien esto significa que la actividad de las tormentas estuvo por encima del promedio a largo plazo para 1950–2021, estuvo por debajo del promedio desde 1995 para una fase cálida de tormentas activas en el Atlántico Norte, apuntó la reaseguradora.
Por otra parte, al comienzo de la temporada de huracanes, todos los institutos de investigación, incluido Munich Re, esperaban una mayor cantidad de estos fenómenos debido a las condiciones predominantes de La Niña, pero un aire inusualmente seco en las capas más altas de la atmósfera y temperaturas del agua temporalmente más frías en el Atlántico norte tropical, significó que solo unas pocas tormentas, y en su mayoría más débiles, se desarrollaron a principios de la temporada hasta finales de agosto.
Asimismo, la compañía reaseguradora subraya que en septiembre la temporada de tormentas se aceleró cuando el huracán Fiona en el Caribe se convirtió en el primer gran huracán de la temporada, seguido por el huracán Ian a fines de mes, que se convirtió en la quinta tormenta más fuerte en la historia en azotar el territorio continental de Estados Unidos.
La firma refiere que los ciclones tropicales son uno de los mayores riesgos para las aseguradoras. Su número en un solo año está influenciado por los sistemas meteorológicos locales a gran escala y las temperaturas del océano, el número y la ubicación de las tormentas que tocan tierra no se pueden predecir con precisión.
Y en seguida vaticina que: “aunque el número total de tormentas a nivel mundial no aumentará como resultado del cambio climático, habrá un aumento en la proporción de tormentas particularmente severas y tormentas con precipitaciones extremas”.