El cambio climático representa una amenaza importante para el bienestar personal, la atención de la salud y la consiguiente productividad de los trabajadores que pueden tener repercusiones posteriores en las cadenas de suministro del planeta. Y si bien estas consecuencias pueden parecer menos obvias que el daño físico visto después de una catástrofe, los efectos están creciendo y, a menudo, los sienten más las poblaciones que enfrentan las mayores vulnerabilidades.
Así lo establece una reciente investigación de AON que lleva por nombre Información meteorológica, climática y de catástrofes para 2021 que muestra que las personas cuya salud se ve más perjudicada (y primero) son las que menos contribuyen a las emisiones de carbono y al subsiguiente calentamiento atmosférico y oceánico. Esto significa, añade, que la población en países de bajos ingresos, especialmente en África, América Latina, Asia y Medio Oriente, tienen más probabilidades de verse afectadas en el futuro por el clima extremo.
La empresa británica proveedora de servicios de gestión de riesgo, seguros y reaseguro, también señala que las poblaciones más vulnerables al cambio climático generalmente se encuentran en áreas con menos medios para prepararse o protegerse contra los efectos crecientes que se plantean para la salud humana.
Sin embargo, la buena noticia es que las muertes por desastres climáticos individuales han disminuido en los últimos años. Pero sigue existiendo la obligación moral de garantizar una forma más equitativa de invertir y limitar el riesgo por parte de las naciones más ricas y con mayores emisiones del mundo.
De ahí que, detalla AON, cuantificar las consecuencias directas del cambio climático en la salud humana es un desafío, y hay nuevos signos de cómo sus implicaciones más amplias pueden atribuirse a muchas enfermedades, incluso a la muerte. Asimismo, agrega que la interrupción de los sistemas alimentarios, la propagación de enfermedades transmitidas por alimentos, vectores y agua, la degradación de las condiciones sociales, los efectos sobre la salud mental y la influencia de la contaminación del aire son todos riesgos con repercusiones legítimas en la salud.
El análisis detalla que un análisis de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de 2021 citó que 12.7 por ciento de la población mundial (940 millones de personas) gasta al menos un 10 por ciento de su presupuesto familiar en atención médica; y se prevé que estos costos aumenten.
Además, una implicación más clara para el riesgo para la salud rodea los efectos directos e indirectos de los eventos individuales.
El reporte subraya que los ejemplos incluyen el estrés por calor (estrés cardiovascular para los seres humanos con una exposición prolongada al aire libre) y los incendios forestales (el humo puede disminuir notablemente la calidad del aire a miles de kilómetros de distancia del lugar del incendio). El resultado en la salud mental después de un desastre a gran escala es el más subestimado y con una
preocupación duradera.
No obstante, señala AON, las organizaciones pueden abordar estas preocupaciones al instituir la capacitación de líderes y gerentes sobre formas de apoyar a los empleados después de desastres a gran escala. “Por lo tanto, brindar recursos para ayudar al capital humano y a sus familias que sufren estrés, ansiedad y depresión, como un plan de asistencia para empleados, puede asistir para abordar una variedad de desafíos agudizados por el cambio climático”, concluye la publicación.