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Atento a la vida

Charlemos seguros

El asegurador

Hay veces que no entendemos  por qué nos suceden ciertas cosas.  Y, de pronto, después de un tiempo, nos llega algo como un flashazo  que nos aclara de alguna manera aquello que no comprendíamos en ese momento, y lo que pareciera que no tenía lógica alguna, viéndolo con la perspectiva que el tiempo y otros hechos, que terminan siendo como piezas de un rompecabezas, nos revelan que terminaron siendo enseñanzas que hoy  claramente vemos que no sólo nos sirvieron para crecer como individuos, sino que al fin y al cabo, entendemos que todo lo que nos sucede tiene un para qué y nos deja mucho más de positivo.

Si de alguna manera tuviera que definir ese proceso, o incluso la moraleja de ello, diría que es necesario estar  atento a la vida,  y cuanto  más pronto aprendamos una lección, más suave será el proceso de aprendizaje.

Incluso yendo más allá, debemos ser conscientes de que la  ley de causa y efecto  funciona siempre, y que cualquier cosa que nos suceda es una consecuencia de algo que tiene que ver directamente con nosotros, es decir, nosotros lo causamos.

Estoy convencido de que se trata de vivir en paz y tranquilo, confiando siempre en que la Vida es buena, en que es sabia y en que siempre tendrá cosas nuevas para enseñarnos, pero a la vez debemos ser  conscientes de que hay que poner siempre todo nuestro empeño y atención para hacer lo que esté a nuestro alcance lo mejor posible y que de cualquier acción se derivarán consecuencias.

Por ello es tan importante estar abierto a aprender,  y me atrevo a decir que esto es aplicable a cualquier circunstancia de la vida.

Pero, volviendo al inicio de mi reflexión, cualquier cosa que nos suceda nos traerá un aprendizaje, y debemos preguntarnos siempre: ¿para qué me está sucediendo esto?    

Siempre que nos ocurra algo inesperado o no deseado, ya sea cuando se nos cae un proyecto  o se dé un cambio en el trabajo; o cuando se pierda un cliente importante, o incluso un gran amor, no veamos esto  como una tragedia, sino como una oportunidad; aunque en un principio no entendamos y pensemos que de ese evento no se puede derivar algo positivo.

De entrada todo, sin excepción, es aprendizaje en esta  vida, y de ahí parte todo.

Para tomar uno de los ejemplos que mencioné hace un momento, y eligiendo quizá el que desde mi visión podría  ser el más importante, como lo es cuando se pierde un gran amor, podríamos pensar que la vida es cruel y que hubiéramos  querido mantenernos flotando en el aire como se siente en esa etapa del enamoramiento de una pareja, porque son etapas de verdad bellas, de las cuales no quisiéramos salir, pero todo cambia y todo está en movimiento;  y tenemos que reconocer que difícilmente las cosas duran para siempre. Pues ni ese caso deberíamos verlo como una tragedia.

Porque a lo mejor lo que debemos aprender es que la Vida es mucho más que el “amor de pareja”,   es mucho más que el “amor a los hijos”, y que quizás después de duras enseñanzas lo que aprenderemos es que  hay que encontrar el gran amor de nuestra vida y del cual se desprenderá todo lo demás, y es el amor a sí mismo.   Porque, si aprendemos a amarnos a nosotros mismos de manera incondicional, aprenderemos a amar la Vida y, con ello, descubrir que hemos triunfado en la más importante de todas las relaciones:  la relación con uno mismo.

Y con ello descubriremos no sólo que la Vida es buena,  sino que, si amamos de manera incondicional y le damos a la vida lo mejor de nosotros, ésta  nos retribuirá en abundancia.

Las opiniones expresadas en los artículos firmados son las de los autores y no reflejan necesariamente los puntos de vista de El Asegurador.

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