Cada sismo trae consigo aprendizajes para alcanzar el objetivo fundamental de la resiliencia sísmica. Existen muchos esfuerzos mundiales orientados expresamente a este propósito, como es el caso del Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres (2015-2030), de la ONU, cuyas directrices están encaminadas a la mitigación del riesgo de desastres para lograr aumentar la resiliencia de las sociedades. Estas directrices responden a la megatendencia de urbanismo. Su enfoque fundamental es lograr que el diseño, la construcción y los procesos de recuperación, rehabilitación y reconstrucción postsismo consideren como eje fundamental el desempeño antisísmico esperado de las estructuras, de tal manera que se proteja la vida, la propiedad, la sostenibilidad de los negocios y la estabilidad gubernamental, económica y social de los países.
Los efectos de los sismos han permitido desarrollar tecnologías para su atención, algunas de ellas orientadas a salvar vidas y unir a la sociedad en el proceso de recuperación de zonas y personas afectadas. Sin embargo, esta atención también debe dirigirse a que el resultado de los procesos de reconstrucción, rehabilitación, reforzamiento y reparación postsismo de edificaciones se convierta en una oportunidad para lograr ciudades más resilientes. Esto requiere valores éticos, mecanismos regulatorios bien estructurados, profesionales con conocimiento y experiencia y convicción por parte de la sociedad.
Un camino recorrido en México desde 1985
El sismo del 19S de 1985 marcó un hito, y no solo en la historia sísmica de México, sino en el desarrollo de la ingeniería sísmica mundial. Los aprendizajes que se obtuvieron de este poderoso sismo fueron de incalculable relevancia para México y para el mundo porque mostraron de manera indiscutible el papel preponderante de la respuesta sísmica de los perfiles de suelo en los movimientos del terreno y sus efectos en el desempeño de las edificaciones. Una cantidad considerable de estudios e investigaciones se desarrollaron con base en este devastador sismo, y desde ese día hasta hoy ha crecido en el mundo la convicción acerca del papel fundamental que posee la caracterización de los suelos en los códigos de diseño estructural antisísmico.
El sismo del 19S de 2017 confirmó los hallazgos recabados del movimiento telúrico del 19S de 1985 y mostró la validez y relevancia de la zonificación de la respuesta de los suelos en Ciudad de México, establecida ya en su reglamento de construcción antisísmica. En el sismo del 19S de 2017, los edificios colapsados se concentraron predominantemente en depósitos de arcilla blanda de 25 a 40 m de espesor, que tienen periodos fundamentales de vibración de entre 1.0 y 1.5 s y que se clasifican mayoritariamente en suelos de la zona IIIa, con una proporción mucho menor en la zona IIIb. Las variaciones entre la ubicación y la altura de las edificaciones asentadas en zonas donde se concentraron los colapsos y los daños mayores en los sismos del 19S de 1985 y 2017 se deben a las diferencias en el contenido frecuencial y la distancia entre la fuente sísmica y el sitio de estos dos eventos. El sismo del 19S de 1985 ocurrió a casi 400 km de Ciudad de México; mientras que el del 19S de 2017 ocurrió a 120 km, lo cual muestra la gran importancia de la consideración de las posibles fuentes sísmicas con incidencia en esta ciudad, unida a los tipos de suelo que en cada caso pueden intensificar la respuesta sísmica.
Sin embargo, no se puede perder de vista la importancia de los sistemas estructurales en el comportamiento sísmico de las edificaciones. Los sismos del 19S de 1985 y 2017 muestran aprendizajes importantes acerca de las estructuras con daños severos y colapsos, concentrados en sistemas de losa plana y marcos de concreto reforzado (con rellenos de albañilería no reforzados). Toda esta información resulta clave en las decisiones de reparación y diseños de reforzamiento y construcción de edificaciones nuevas posteriores a los sismos de septiembre de 2017.
Preparación, generosidad y conocimiento
Como respuesta al sismo del 7S de 2017, de magnitud 8.1 (Mw), el 36.º Consejo Directivo del Colegio de Ingenieros Civiles de México hizo una convocatoria para que un grupo de ingenieros voluntarios viajaran a Oaxaca y Chiapas con el fin de evaluar los daños y colaborar con las autoridades federales y locales. La organización de la población de México en grupos de brigadas para la inspección de edificaciones en Ciudad de México es un logro notable que este país latinoamericano le enseñó al mundo.
El esquema de brigadas muestra no solo la generosidad de sus integrantes (un grupo de más de 600 ingenieros y estudiantes de ingeniería civil voluntarios), sino la utilidad de sus esfuerzos para orientar las decisiones del Estado. Dentro de estas brigadas, las comisiones de ingenieros estructurales jugaron un papel preponderante por su conocimiento y experiencia para evaluar técnicamente el nivel de daño de las edificaciones.
Como el número de ingenieros estructurales era bajo en relación con el número total de brigadistas, este plan de inspección visual de edificaciones implementó un primer formato de evaluación rápida de edificaciones que permitió filtrar los casos más críticos para definir la porción de edificaciones que requerían una segunda visita de inspección, con un formulario más detallado. La participación del ingeniero Francisco García Álvarez, presidente de la Sociedad Mexicana de Ingeniería Estructural (SMIE), como líder de 35 brigadas, refleja el gran compromiso de la ingeniería del país frente a la atención postsismo. La participación de los grupos de ingenieros estructurales se conformó con el liderazgo del Colegio de Ingenieros Civiles de México (CICM) y el compromiso de la Sociedad Mexicana de Ingeniería Estructural (SMIE) y las universidades, como fue el caso destacado de la UNAM. Siempre se podrán hacer mejor las cosas, pero el resultado fue una iniciativa potente que se concretó gracias a la dedicación generosa de un grupo de personas motivadas por un interés común, que hoy tiene el ingente desafío de fortalecerse, homologar formatos y criterios y lograr el apoyo sistemático y eficiente de los ingenieros estructurales.
Tecnología al servicio de las personas
La información sobre los avances en la gestión de las brigadas en Ciudad de México ha estado al alcance del público en general desde la ocurrencia del sismo en el enlace www.sismosmexico.org. Igualmente, el Gobierno mexicano, en el sitio www.gob.mx/sismo/ lanzó una campaña para ayudar a identificar los daños estructurales en construcciones, lo que le permite definir las prioridades de ayuda.
El Sistema de Alerta Sísmica de Ciudad de México (Sasmex) es un sistema novedoso que existe en pocas ciudades del mundo; tiene aplicaciones actuales útiles para sismos lejanos a la ciudad, como el del 19S de 1985. Este sistema también puede potencializarse para aplicaciones de sismos más cercanos a la ciudad a medida que crezca la red de sus instrumentos. Para la población de Ciudad de México resulta fundamental conocer cada vez mejor el funcionamiento y utilidades de este sistema de alerta sísmica para interpretar adecuadamente las señales y seguir los protocolos correctos.
Aprendizajes sobre el desempeño estructural de edificaciones
Los artículos publicados por el doctor Mario Rodríguez Rodríguez, investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y por el Centro de Ingeniería Sísmica John A. Blume de la Universidad de Stanford muestran estadísticas del sismo del 19S de 2017 que permiten identificar características predominantes de las edificaciones que colapsaron y presentaron daños severos asociados a este evento.
A partir de estos aprendizajes de los edificios colapsados por el sismo del 19S de 2017, el Centro de Ingeniería Sísmica John A. Blume de la Universidad de Stanford resalta la importancia de generar mecanismos regulatorios para la revisión y rehabilitación antisísmica de edificaciones construidas antes de 1985, localizadas en las zonas del antiguo lago de Ciudad de México.
La concentración de los colapsos en edificaciones construidas antes de 1985 también muestra un balance positivo de la evolución de la norma de construcción antisísmica mexicana, que ha buscado reflejar en sus requisitos los aprendizajes del grave sismo de 1985.
Francisco García Álvarez es presidente de la Sociedad Mexicana de Ingeniería Estructural y miembro de la Sociedad Mexicana de Ingeniería Sísmica, del Colegio de Ingenieros Civiles de México y del Earthquake Engineering Research Institute.
Gloria María Estrada Álvarez es gerente de Geociencias en Seguros Generales Suramericana y experta en ingeniería sismorresistente.
Mario Rodríguez Rodríguez es presidente de la empresa MR Ingenieros Consultores en Estructuras e investigador de tiempo completo del Instituto de Ingeniería de la UNAM.