En la actualidad, la mayoría de las sociedades y gobiernos de los países están conscientes de los riesgos que produce la COVID-19. En tal sentido, la pandemia es calificada como un peligro claro y presente; sin embargo, comúnmente se olvida que el orbe también es amenazado por el cambio climático, fenómeno natural que aunque para la mayoría es difuso y futuro, también provocará, al igual que el virus SARS-CoV-2, pérdidas humanas, desempleo y el desplome del Producto Interno Bruto (PIB) mundial.
Dicha advertencia forma parte del análisis titulado No habrá vacuna para protegernos del cambio climático, realizado por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y el Desarrollo. En el documento se apunta, asimismo, que la humanidad está categóricamente consciente de los peligros que representa la COVID-19; no obstante, agrega, pocos conocen a profundidad sobre los efectos negativos que provocará el calentamiento global, una coyuntura climática que puede afectar marginalmente la vida diaria en el mundo.
La investigación precisa que la forma en que los gobiernos y las sociedades en general adoptaron precauciones para tratar de frenar la expansión de la COVID-19 significó un sacrificio que innegablemente está afectando la actividad económica de los países. Añade que las naciones hoy en día están tratando de reiniciar sus actividades productivas progresivamente, aunque con especial cautela, debido a que una segunda ola de infecciones del nuevo coronavirus sigue siendo muy probable.
Asimismo, dedicar importantes esfuerzos en la batalla contra la COVID-19, continúa la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y el Desarrollo, ha generado que se le preste una atención preocupantemente menor a los cambios en curso que experimenta el clima del planeta. El análisis es enfático y alerta que la crisis climática es una amenaza existencial.
La investigación destaca que tal y como y sucede con el virus SARS-CoV-2, los gases de efecto invernadero son invisibles y permanecen siempre presentes en nuestro entorno natural; sin embargo, señala que a diferencia de la COVID-19, no se encontrará una vacuna para mitigar el cambio climático.
Amenaza que avanza lenta y peligrosamente
De acuerdo con el análisis, la pandemia que produjo la neumonía atípica originada por la irrupción del nuevo coronavirus ha demostrado que los países pueden adoptar una postura común frente a una amenaza que puede poner en jaque el bienestar colectivo de la humanidad.
Pese a lo anterior, la investigación cuestiona por qué los líderes mundiales han estado históricamente menos decididos en la lucha contra el cambio climático. Encima, plantea por qué en las reuniones de carácter diplomático, los países no se comprometen a instrumentar acciones urgentes que permitan frenar el avance del calentamiento global.
“La razón se debe a una diferencia fundamental: el coronavirus podría infectar inmediatamente a un ser humano y potencialmente matar a cualquier persona expuesta a él, mientras que los gases de efecto invernadero están destruyendo lentamente al planeta y amenazando gradualmente nuestra supervivencia durante décadas”, sostiene el análisis divulgado por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y el Desarrollo.
Menos excusas, más acción
El análisis de la institución recuerda que el orbe tiene más de tres décadas desarrollando medidas que permitan frenar el calentamiento global; empero, anota, después de 25 años de negociaciones, marcos y acuerdos sobre el clima, solo se ha logrado un escaso progreso hacia este objetivo.
“Como sociedad global, parecemos dispuestos a aceptar que luchar contra la crisis climática requiere demasiado sacrificio, a nivel global, local y personal. Con suerte, nuestra respuesta al coronavirus nos ha abierto los ojos a lo que es posible y a lo que realmente importa” sostiene la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y el Desarrollo.
En conclusión, el análisis hace énfasis en que la humanidad debe reflexionar acerca de cómo los esfuerzos orquestados entre países y gobiernos para abatir a la COVID-19 son un incuestionable ejemplo de cómo el orbe puede no solo hacer frente a las amenazas sanitarias, sino también a los daños que sufre el planeta, como consecuencia del ser humano.
“Combatir la pandemia de coronavirus nos obligó a cada uno de nosotros a hacer nuestra parte, cambiar nuestros hábitos y rutinas diarias y realizar sacrificios personales. Si podemos convencernos de hacer lo mismo en la lucha contra la crisis climática, finalmente lo haremos”, concluye el diagnóstico de Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y el Desarrollo.