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Afores: la quincuagésima transformación

Charlemos seguros

El asegurador

COMO YA SE SOSPECHABA, para ir metiendo   mano a todo lo que huela, parezca y se sienta como dinero, las afores  estaban, están, en la mira del aparato de gobierno en turno —¿su primer turno, como en el beisbol?     

YA SE TIENE COCINADA la reforma al sistema de ahorro para el retiro de todos los mexicanos de la clase no privilegiada, esto es,   los que trabajan para ganarlo. Sí, porque los que reciben y viven de las dádivas clientelares no tienen que hacer nada, ni ahorrar, ya que pueden vivir sin trabajar y en su retiro les seguirán regalando dinero.

EL OBJETIVO ES, como siempre, buscar mejores condiciones para que, a su retiro, los trabajadores junten un fondo constitutivo que alcance para elevar su pensión. El régimen de la ley de 1997  está verdaderamente castigado, y la verdad es que otorga una pensión cuyo monto representa una proporción, cuando mucho, de 20 por ciento de los ingresos que tenía el trabajador en su última etapa activa.

EL OBJETIVO NO ES el hilo negro ni el agua tibia; es  conocido y prácticamente un clamor de los trabajadores. Nadie se puede oponer a ello. Para poder elevar el monto de la pensión se requiere   considerar más de un factor en su estructura. Hay tres factores que se pueden tomar como pilares para producir mejoras en los fondos de ahorro: las comisiones, la aportación   y las inversiones.

SOBRE EL TEMA DE LAS COMISIONES, éstas se han reducido casi a   20 por ciento de las que se cobraban al principio. Cierto es que, aun siendo suficientemente bajas, el volumen de los miles de millones de pesos operados equivale  a un monto respetable en números reales que debiera alcanzar para la administración de dichos fondos, lo que está en manos de las instituciones administradoras, esto es, las afores.  Para que se dé la reducción de comisiones será necesario hacer importantes esfuerzos enfocados a eficientar (verbo inexistente en el diccionario de la RAE) los aparatos operativos de tales instituciones. Interesante resulta que ellas han declarado que estarían de acuerdo en realizar dichos esfuerzos. Una muestra de voluntad en favor del tema.

EN CUANTO AL AHORRO, se ha repetido en innumerables ocasiones y foros la necesidad de incrementar el porcentaje, que hoy se encuentra en   6 por ciento, integrado por la suma de las aportaciones de trabajador, patrón y Gobierno. El asunto tiene que ver con elevar dicha aportación a una que oscile  entre 10 y 12 por ciento. Este punto es el que sin duda puede representar el mayor costo social, particularmente para quienes no tienen educación financiera ni la relativa a   cultura de la prevención (o sea, muchos millones de personas). Sin embargo, debe ser parte del paquete de reformas; de otra manera, todo lo que se haga estará muy lejos de garantizar un efecto notable  en favor del monto constitutivo necesario para una pensión decorosa o, al menos, cómoda.

LAS INVERSIONES SON un tema delicado. Al inicio, se preveía que toda inversión de los fondos se realizaría  sobre fondos de rendimiento fijo, garantizado y que al menos produjera rendimientos iguales a inflación. Claramente, esto se enfocaba a proteger el poder adquisitivo de las pensiones resultantes.

CON EL TIEMPO SE FUERON  abriendo los criterios para dar paso a inversiones en instrumentos de cierto riesgo, pero apostando a que en el largo plazo siempre se podía  aspirar a un beneficio considerable (esto es a lo que juegan los apostadores de la bolsa de valores). De modo que, dependiendo de los años que le falten a un trabajador para llegar a la edad mínima de jubilación (60 años), se puede invertir parte de sus ahorros en instrumentos con tal característica, probablemente incluso en fondos denominados en monedas duras. No obstante, sigue dándose el riesgo de importantes minusvalías que producirán notorias  reducciones al monto constitutivo. Por ejemplo, tras una serie de declaraciones absurdas en el Senado, la bolsa se desplomó en un par de semanas más de 25 por ciento. Ocho meses después no ha recuperado ni 10 por ciento de la pérdida (estaba arriba de los 50,000 puntos; y ahora apenas rebasa los 43,000). Tal efecto podría repercutir en altos porcentajes de los fondos de las personas que se pensionarán en ese periodo de ocho meses.

EL CASO ES QUE PARECE HABER  un cabildeo intenso entre autoridades y administradoras para llegar a un esquema favorable y equilibrado en cuanto al riesgo. Dependerá todo ello  no sólo de buenos acuerdos y notas técnicas elaboradas por expertos, particularmente por quienes puedan establecer escenarios de largo plazo que resistan los embates de futuros gobiernos con ideas atinadas o disparatadas y que, a pesar de estas  últimas, permanezcan sólidos en el tiempo.

EN EFECTO, TAN FRÁGIL ES LA ECONOMÍA que, mientras escribo estas líneas, se da la noticia de la renuncia del secretario Urzúa Macías  a la SHCP. El primer efecto inmediato —ni tres horas—: el peso perdió 21 centavos en relación con lo que valía al abrir el día. Imagínese lo que puede ocurrir con otras medidas que afecten a la administración pública.

ASÍ LAS COSAS, A Riesgo Propio.

Las opiniones expresadas en los artículos firmados son las de los autores y no reflejan necesariamente los puntos de vista de El Asegurador.

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