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¿Construir dividiendo?

Charlemos seguros

El asegurador

En su primer mensaje a la nación como presidente de la república   —pronunciado el 1 de diciembre de 2018 en el Palacio Legislativo de San Lázaro—,   Andrés Manuel López Obrador fue, de inicio, muy claro al señalar: “A partir de ahora se llevará a cabo una transformación pacífica y ordenada, pero al mismo tiempo profunda y radical, porque se acabará con la corrupción y con la impunidad que impiden el renacimiento de México”.

De hecho, en otra parte de su discurso, dijo que si se le pidiera que expresara en una frase el plan de su gobierno, él respondería   “Acabar con la corrupción y la impunidad”, observando enseguida: “Pero, al contrario de lo que pudiera suponerse, esta nueva etapa la vamos a iniciar sin perseguir a nadie porque no apostamos al circo ni a la simulación”.

Sin embargo, ¿quién puede negar el protagonismo singular que el jefe formal del Ejecutivo   —que controla asimismo las decisiones del Congreso, por el peso que alcanzan en las decisiones los integrantes del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena)—   ha mostrado en sus primeros 45 días, no solo a través de las conferencias mañaneras cotidianas, sino también mediante la implementación de las decisiones que ha tomado?

Pareciera, en este contexto, que se pretende impulsar los temas a un nivel propagandístico tal que haga evidente el problema por resolver, aplicando medidas que despiertan reacciones que, conforme pasan los días, generan una división poco saludable entre los habitantes del país, provocados en gran medida por declaraciones presidenciales indicativas de que podría estar olvidándose que López Obrador es mandatario de la nación.

Construir dividiendo es un camino cuyo recorrido estará salpicado  de grandes dudas, de miedos que pudieran provocar la inhibición. No son pocos aquellos que comienzan a manifestar ideas en contra de la iniciativa privada, como si quienes se desenvuelven en este ámbito fueran personas que no formaran parte de la nación, dejando de lado el hecho de que es a través del trabajo productivo como pueden ejecutarse los  programas sociales.

Pocos son hoy en día los que pueden presumir de saber qué es lo que ocurrirá en los tiempos venideros con un gobierno como el que encabeza López Obrador. Algunas señales hacen aflorar dudas. Se llega a pensar que las decisiones tomadas eran necesarias  pero que su implementación adolece de una serie de debilidades, entre las cuales destaca la falta de previsión, lo que a todas luces debería ser inconcebible, inaudito.

Para empezar, el tema de la cancelación del aeropuerto que se había comenzado a construir, con todos los efectos que pudiera tener, no “tocó” de manera evidente, palpable, la vida cotidiana de la gente; pero no ocurre lo mismo con el relacionado con las acciones introducidas para combatir el robo de combustible, cuyos efectos han sido muy sensibles para la población, ya que la falta de gasolina y dísel  llega a las fibras más delicadas del ciudadano común.

En el  momento de escribir esta entrega, el desabasto de estos combustibles no había sido resuelto. El Consejo Coordinador Empresarial alertaba, incluso, de repercusiones en distribución de productos alimenticios, perecederos y no perecederos. No son asuntos de ocurrencia desconocida. Vivir Seguros no equivale a permanecer en una zona cómoda, por supuesto, sino que invita a ir más allá de la zona de comodidad en la que se viva.

La incertidumbre es otra cosa. Otra cosa.

Es urgente dejar de lado el discurso que no ve oposición  sino adversarios en todos aquellos que disienten.

Es urgente aprender a leer entre líneas.

Pero, por  lo pronto, en lo que a seguros se refiere, y concretamente respecto  a la cancelación de la póliza de Gastos Médicos para los trabajadores al servicio del Estado, parece haber evidencias de que poco fue lo que se exploró,  acudiendo a la creatividad y a la innovación, para dejarlos protegidos.

La implementación de la decisión del Gobierno  al respecto es, otra vez, el tema por examinar, e incluso por  debatir. ¿Había alternativas? Sin duda. (En este mismo número, el expresidente de la Comisión Nacional para la   Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros, Mario di Costanzo Armenta, ofrece a los lectores una alternativa pergeñada a partir de un   análisis minucioso del tema).

¿Y dónde estaba en ese momento la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS)?,  me comentan algunos. El tema iba más allá de su papel, por conflictos de intereses, pues involucraba a una compañía que, de ese modo, debía tratarlo de manera particular. Después de todo, la decisión abre ahora oportunidades a otras aseguradoras.

Las opiniones expresadas en los artículos firmados son las de los autores y no reflejan necesariamente los puntos de vista de El Asegurador.

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