GENEROSAMENTE, PUEDE SUPONERSE que en el país habrá unos 10 mil habitantes que posean conocimientos suficientes —no expertos, pero suficientes— para entender con cierta precisión los intríngulis y recovecos técnicos necesarios para emitir un voto sensato sobre el dónde, cómo, cuándo y cuánto —el quién se lo dejamos a los que arman las licitaciones— respecto al presente y futuro del aeropuerto internacional más congestionado del país y sus alrededores.
SOBRE EL PUNTO circuló en redes sociales un cuestionario —bastante elemental, por cierto— sobre ciertos conocimientos básicos que debiera poseer cualquier ciudadano para estar en aptitud de votar honestamente por las alternativas propuestas en cuanto al tan manido asunto del nuevo aeropuerto.
PARA EFECTOS ILUSTRATIVOS sobre las conjeturas que se presentan hoy en este espacio, reproduzco enseguida el mencionado cuestionario:
- ¿A qué altura inicia el descenso una aeronave comercial?
- ¿A qué distancia de la cabecera de pista inicia su alineación una aeronave comercial para aterrizar?
- ¿A qué velocidad aterriza una aeronave comercial?
- Nombre al menos cuatro marcas de fabricantes de aviones que hoy aterrizan en el aeropuerto de la CDMX.
- ¿Cuál es la distancia mínima y correcta orientación que debe existir entre dos aeropuertos con operaciones comerciales?
- ¿Cuántas pistas tiene el actual aeropuerto de la CDMX?
- ¿Cuánto miden las pistas de ese aeropuerto y cuál es la longitud mínima permitida de una pista por las normas de seguridad internacionales?
- ¿A qué distancia de la CDMX queda la base militar de Santa Lucía?
- ¿Qué área ocupa el proyecto del nuevo aeropuerto en la zona de Texcoco?
- ¿Qué área tiene la base militar de Santa Lucía?
- ¿Cuál es la distancia mínima que debe existir entre dos pistas paralelas para poder operar simultáneamente y con total seguridad?
- ¿Cuántos vuelos llegan y salen cada hora del actual aeropuerto de la CDMX?
ESTE CUESTIONARIO podría ser respondido con certeza y con calificación de 10 por menos de las 10 mil personas que se señalaron al principio; pero, como se dijo, siendo generosos, suponemos que los ciudadanos aprobados llegan a ese número. Para normar criterio, propongo las siguientes preguntas:
¿ES HONESTO VOTAR sobre el tema cuando no se pueden contestar correctamente ni la mitad de las preguntas planteadas? ¿Usted votó? ¿Cuáles fueron los fundamentos de su voto?
ESCUCHANDO SONDEOS tan formales como los que se aplicaron en la encuesta nacional, pudimos observar que se han esgrimido, para el voto en contra de Texcoco, argumentos como: para castigar a Peña Nieto, porque ya basta de corrupción; porque estamos a favor del cambio; para que se sepa que ya vivimos la Cuarta Transformación; porque estamos hartos del sistema (¿?); porque van a tapar el lago, tan importante; por la represión a los macheteros; porque es un honor estar con Obrador; porque Santa Lucía ya está hecho y “nada más hay que adaptarlo”; porque sale muy caro… Todos esos pronunciamientos emanan, no de la información, sino del estómago, y claramente con muy clara dosis de ignorancia sobre el tema.
LA POSICIÓN DE LOS TRANSFORMADORES (los transformers, para los cuates) es bien cómoda: no importa por cuál se vote ni cuál gane o pierda. Si con el tiempo el resultado es un fracaso, la responsabilidad —que no la culpa— será “del pueblo”, no de ellos.
POR CIERTO, ¿USTED CREE que el sondeo aplicado costó de verdad 1.5 millones de pesos? Sólo considere el costo de las mesitas, las cajas, los paraguas o sombrillas, las boletas, la tinta, la fallida aplicación y las tortas otorgadas a quienes “gratuitamente” se prestaron para trabajar 10 horas por día durante cuatro días. ¿O será que no hay transparencia en los gastos? ¿Esa información desglosada por partidas de gasto tampoco se publicará —como los gastos del segundo piso— en los instrumentos de transparencia obligatorios por ley?…
MAL EMPIEZA LA SEMANA para aquel a quien ahorcan en lunes. Un inicio poco afortunado para las promesas de campaña sobre cambio, honestidad y transparencia que propugna la transformación de cuarta… Perdón, la Cuarta Transformación.
EL ASUNTO ES QUE se llegará a una cifra de alrededor del millón de votantes. Considérese que al menos durante los dos primeros días hubo quienes votaron dos, tres y hasta seis veces; y en esos dos primeros días se contabilizaron 480 mil votos. Muy bien, aquella cifra representa 0.8 por ciento de la población capaz de votar; es decir, votó uno de cada mil mexicanos. Gran democracia la nuestra: da cabida a las minorías y, sobre todo, a la ignorancia. Excelente ejercicio que se atiene a aquella opinión de Churchill: “La democracia es el menos malo de los sistemas políticos…, pero es el que tenemos”. Dentro de ese contexto, el político británico también señaló que la democracia es la necesidad de inclinarse de vez en cuando ante los demás. Pero, claro, una cosa es la inclinación diplomática, y muy otra es decidir sobre un asunto que puede poner en riesgo miles de vidas y miles de plazas de trabajo mediante la audiencia concedida a una proporción mínima de la población.
EL NÚMERO DE VOTANTES DE CDMX, cuyos habitantes son los que tendrían la mayor afectación, apenas rebasa los 200 mil, cuando resulta que los de las alcaldías con máximo impacto son unos 190 mil habitantes; estos últimos datos indican “la gran convocatoria” del ejercicio. En fin, se confirma que lo que sigue en el futuro inmediato es la imposición fundamentada, pero no en razones, sino en discursos; en elocuencia de frases calientes, pero sin datos duros.
OJALÁ QUE, DE LOS VOTANTES, hayan acudido los honestos, que votaron con todo conocimiento de causa, por lo menos sería 1 por ciento del millón; el resto son expertos en frases, rencores y justificaciones: ésa es la pericia que se tuvo en esta votación. ¡Bravo!