De acuerdo con lo que señala el estudio titulado La obesidad, el reto sanitario del siglo XXI, elaborado por la reaseguradora SCOR, hacia el año 2030 la población mexicana podría enfrentar problemas muy graves en este campo, ya que, se estima, entre 35 y 50 por ciento de los habitantes estará afectado por este fenómeno.
Un estudio elaborado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2017 reveló que México es la nación con la tasa de obesidad en adultos más alta de América Latina; que este país ocupa el sexto lugar en cuanto a niños y adolescentes con ese problema, y que 28.9 por ciento de la población padece este trastorno alimentario.
De hecho, con base en los señalamientos de ese trabajo, la OMS indica que, por su tasa de obesidad en niños y adolescentes (de entre cinco y 19 años de edad), México ocupa el sexto lugar de la región debido a que 14.8 por ciento de ese segmento sufre de esta afección.
Como resultado de los datos que dio a conocer, la OMS exhortó a México a reducir la publicidad de los denominados “alimentos chatarra”, especialmente la dirigida a los menores, y aumentar a 20 por ciento el impuesto aplicado a las bebidas azucaradas, e incluso llamó a las autoridades sanitarias a considerar un incremento en el establecido a productos de bajo nivel alimenticio.
Los niveles de obesidad se han incrementado en todos los rincones del orbe, al mismo tiempo que, por primera vez en la historia, a escala mundial, son más las personas víctimas de obesidad que las de inanición. Y, si bien en los países desarrollados se ha detectado un aumento significativo del número de obesos, igual situación empieza a apreciarse en los emergentes.
Ya en 2005 la OMS había estimado en 1,600 millones la cifra de adultos con sobrepeso y en 400 millones la de obesos; sin embargo, en 2015 esas cifras mostraron un incremento considerable al llegar a 2,300 millones y a 700 millones, respectivamente.
Consecuencias de la obesidad
SCOR apunta que la obesidad es la causa directa o indirecta de un gran número de enfermedades. Entre las más graves se encuentran: diabetes tipo 2, cardiopatía coronaria, accidentes cerebrovasculares (ictus y accidentes isquémicos transitorios) y cánceres.
La investigación de la firma precisa que la obesidad también se puede asociar con muchos otros padecimientos: insuficiencia respiratoria, apnea del sueño, enfermedades articulares (artrosis, como la principal) y problemas psicosociales, como la depresión (que a su vez son la causa y complicación).
Del problema de la obesidad también se derivan otras anomalías, como determinadas enfermedades de la piel, trastornos digestivos, pancreatitis, enfermedades biliares e hipertensión, destaca SCOR. Todos estos riesgos, añade el diagnóstico, aumentan considerablemente con la obesidad.
¿Cómo reducir la obesidad?
La OMS señala que el sobrepeso y la obesidad pueden evitarse. Para ello es fundamental un entorno y una comunidad favorables que faciliten las elecciones de las personas, de modo que la opción más sencilla (la más accesible, disponible y asequible) sea la más saludable en materia de alimentos y actividad física periódica.
Obesidad y seguros
En la investigación que divulgó SCOR se desarrolló un enfoque de precios y seguros que evalúa con mayor precisión el riesgo de mortalidad asociado con la obesidad, mediante la integración de diferentes factores de riesgo cardiovascular.
El enfoque inicial que aplicó SCOR para la tarificación de la obesidad en el seguro de Vida es sencillo: basta con ajustar el exceso de mortalidad a las curvas de mortalidad por cualquier causa, de acuerdo con el IMC (Índice de Masa Corporal). De esta forma, complementa la firma, se mostrará que las tasas de exceso de mortalidad se incrementan progresivamente en función del género y del IMC.
SCOR explica que, en la práctica, se debe reconocer que la obesidad es un parámetro que se asocia e integra con otros factores de riesgos cardiovasculares, como hipertensión, dislipidemia y diabetes.
Según la reaseguradora, las consecuencias directas de la obesidad en la tarificación a efectos del seguro consisten en que:
- No se debe aplicar ninguna sobreprima cuando el IMC sea <35 para evitar la imposición de una “doble penalización” si la obesidad está asociada con otros factores de riesgos cardiovasculares.
- Se debe incluir la obesidad en un calculador de riesgo cardiovascular que considere y pondere automática y adecuadamente el IMC, la presión arterial, el colesterol HDL y la edad del solicitante.
- En el caso de un IMC superior a 40, el riesgo es asegurable siempre que otros factores de riesgo cardiovascular y pulmonar estén bajo control. Por encima de un IMC de 50, el enfoque del seguro es discrecional.
- Finalmente, los pacientes que se hayan sometido a una cirugía bariátrica podrán ser valorados teniendo en cuenta su IMC actual y su IMC preoperatorio, siempre que haya transcurrido un tiempo suficiente desde la cirugía y no existan complicaciones.