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Es común pensar que el dinero invertido para mejorar el perfil profesional de los colaboradores son recursos financieros tirados a la basura. Por ese motivo, esta vez haremos un análisis muy preciso para determinar si invertir en planes que mejoren las cualidades de los miembros de una organización es un gasto absurdo o, por el contrario, representa una decisión acertada que arroja dulces frutos en materia de alto rendimiento.

Empecemos con la afirmación, tan extendida, que considera lo siguiente: Gastar dinero en capacitación es tirar recursos financieros a la basura. Las razones que orillan a muchas personas a estar de acuerdo con esta aseveración son las siguientes:

 

 

Bajo esta premisa, el empleado asiste a un evento de capacitación que poco o nada tiene que ver con su trabajo actual o futuro.

Lo anterior ocurre porque no se ponderó la relación curso-trabajo con objetividad. Además, es muy común que la organización haya recibido una mala asesoría que orilló a tomar esa determinación; incluso en algunas ocasiones se eligen los cursos con los ojos cerrados y sin criterio alguno.

 

 

Muchas organizaciones consideran que nada justifica que un empleado abandone el puesto de trabajo, aun cuando esto represente que el trabajador mejore sus cualidades y le imprima otra dimensión a su labor.

Cuando se piensa de este modo, las organizaciones no respetan el tiempo del colaborador en el evento de capacitación y lo interrumpen constantemente; como consecuencia, el aprovechamiento es nulo.

 

 

La mesa directiva de la organización solo quiere gastar el presupuesto anual para capacitación, pero ni siquiera sabe si ésta sirve de algo. Lamentablemente, aplican de manera irreflexiva la mexicanísima frase “Lo que caiga es bueno”.

Muchas empresas se ven motivadas a operar bajo este principio con la intención de que el presupuesto anual no sea recortado para el siguiente periodo. Actúan según la premisa de que el año nuevo es sinónimo de nuevos propósitos.

 

 

Este fenómeno sucede porque los profesionales “capacitados” se roban los reflectores de las agencias de colocación.

En este escenario, a los colaboradores poco o nada les importan los conocimientos y competencias adquiridos en los programas de capacitación, ya que solo los motiva obtener un documento que avale su asistencia al evento de enriquecimiento intelectual.

 

 

La capacitación organizacional funciona a la manera de un motivador relevante que forja actitudes saludables. Ayuda a que los colaboradores puedan cumplir metas de mayor trascendencia

 

 

A este fenómeno yo lo catalogo como “los productos milagro del ámbito empresarial”.

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