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De la buena fe a la ingenuidad dañera

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Por: Wylie Vielma Delgadillo

¿Cuántas veces escuchaste “la compañía buscó la letra chiquita para no pagarme” y otras muchas frases acuñadas por los rechazos?

¿Cuántos de estos rechazos se podrían evitar? Partimos de la ingenua buena fe en la suscripción del seguro de Daños, porque “tanto peca el que mata la vaca como el que le sostiene la pata”, pero ¿a qué me refiero?

Tú, como agente dañero ¿cuántas veces pasas de la buena fe y solicitas soporte documental para sostener la suscrición? Por ejemplo, de pérdidas consecuenciales, sueldos salarios y gastos fijos (y espero sepas cómo hacer un cálculo de pérdida máxima probable, si no, estamos todavía peor).

Es muy común que el asegurado te diga que requiere una cantidad mensual de dinero para sacar adelante los gastos de su empresa. Esa suma es lo que necesita SI o SI para no morir en caso de una paralización por enfrentar sus compromisos inamovibles.

Yo sé que tú sabes determinar la pérdida máxima probable elevando esos gastos mensuales a una multiplicación por 12 veces (12 meses) lo que te dará ese factor. 

Colocar o determinar la pérdida máxima posible es definir (después de un estudio de aversión de riesgos) la cantidad de meses instalados a indemnización, por una posible paralización (nueve meses, por ejemplo).

Hasta aquí, todo es armonía, pero ¿cuándo lo compruebas? Si esperas que sea al momento del sinestro permíteme decirte que estás siendo un mal asesor porque la comprobación la debes hacer dentro de los primeros 60 días de puesta en operación de la póliza pyme o empresarial.

¿Pero cómo lo debo comprobar?

Debes pedir que tu asegurado presente estados financieros al corte inmediato anterior, lo más cercano al día en que estés pidiendo la comprobación.

Este soporte documental te permitirá verificar los gastos reales totales mensuales; y con ello, comprobar que tu cálculo de pérdida máxima probable está correcto por los números que el asegurado te dijo “de buena fe”, ahora con verificación real por parte de su área contable.

Nadie sabe “lo que hay en la olla más que la cuchara que la menea”, por eso es importante que no te quedes únicamente con lo que el asegurado te dice a la buena fe. Propón un plan de acción a 30, 60 o 90 días donde el asegurado deba cumplir con este requisito documental, como listados de maquinarias que haga que la póliza opere a modalidad riesgos nombrados y no el tan peligroso blanquet.

Este soporte documental es tan valioso e importante como lo es para un agente afianzador el solicitar no sólo los estados financieros, los de la salida del año inmediato anterior y estos auditados y firmados por el contador junto con su cédula profesional y este mismo documento al último trimestre o semestre del año en curso; así también la declaración anual y el firmar autorizaciones para revisar el buró de crédito de la empresa y del representante legal.

Y en ese ramo del sector FINANZAS, los documentos se deben de entregar SI o SI, ya que sin ellos es imposible calcular la capacidad que tiene la empresa para ser sujeta al afianzamiento.

¿Entonces? Porque en seguros, nosotros como agentes dañeros no podemos hacerlo de una manera similar o parecida. Solicitar documentación de soporte por los datos indicados por el asegurado (miedo, falta de costumbre) sea cual sea la causa no debemos continuar con esta mala praxis.

Voy a darte un ejemplo valioso: imagínate que vas al médico a solicitarle que te ayude a restaurar tu salud y el galeno, en lugar de enviarte a hacer estudios de laboratorio para una correcta determinación de tu padecimiento, sólo se “quede” con lo que tú le digas de tu malestar. 

NO, claro que no. Debes hacerte estudios de laboratorio para saber tu estado de salud y entregárselos al médico IMPRESOS o en forma digital. Asimismo, el médico debe subirte a la báscula y no calcular que parece que pesas “más o menos”.

No, las cosas no funcionan así en esas ramas de conocimiento humano, todo se debe de comprobar. Ya sabiendo esto, “el que por su gusto muere, hasta la muerte le sabe”. Por tanto, aplica la solicitud de documentos que comprueben los datos financieros que el asegurado te indica de buena fe.

He visto en muchas latitudes de México que los agentes de seguros de Daños “hacemos lo que el asegurado nos dice”; y al momento del siniestro la mala praxis es nuestra, no de ellos, porque muchos de los colegas no acostumbran a crear un expediente o cuaderno de aseguramiento de cada riesgo. Entonces cuando se nos “aparece” el chahuistle al momento del siniestro, el asegurado pregona que la compañía aseguradora buscó la letra chiquita para NO pagarle. 

Reflexionemos: si eres mexicano sabes que cuando alguien te dice “aguas”, estás cerca de un peligro. “Aguas”, cambia la forma de instalar las coberturas en el seguro de Daños.

Tenemos una cita a la próxima. Por lo pronto… a cambiar hábitos.

Las opiniones expresadas en los artículos firmados son las de los autores y no reflejan necesariamente los puntos de vista de El Asegurador.

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