Concluye el primer semestre, y es muy probable que ya hayamos hecho una revisión de los avances alcanzados en nuestras metas para este año. ¿Qué sensación nos producen los indicadores?
Un aspecto relevante es ser conscientes de si sólo medimos logros en materia de negocios o si la evaluación alcanza otros temas, como, por ejemplo, salud, relaciones, finanzas, así como lo aprendido y aplicado… y hasta la paz mental.
Si nos quedáramos en el terreno de lo laboral, entonces lo ideal sería comprobar que los clientes a los que servimos nos están remunerando generosamente por el valor que agregamos a sus intereses.
Si lo anterior estuviera ocurriendo, ello significaría que estamos ofreciéndoles lo que necesitan, desean y pueden pagar, y no meramente productos innecesarios, poco adecuados a su vida o servicios que no corresponden a su estatus socioeconómico.
Admitamos que no es raro encontrarnos con oferentes que están muy lejos de operar con la mira puesta en la satisfacción de los clientes y los usuarios, como si únicamente les importara una compra, y no generar clientes que recompren y refieran.
Y es que a veces pesa tanto el afán de lograr ganancias y estrellitas en la frente que en no pocas ocasiones llegamos a olvidar nuestro verdadero propósito, y descarrilamos, sobre todo porque para actuar así siempre tenemos una justificación.
Lo cierto es que una revisión de nuestras metas al 30 de junio nos coloca en distintos escenarios. Si alcanzamos números o porcentajes esperados o los superamos, puede ser que incluso nos llenemos de orgullo.
Sin embargo, si las cifras están por debajo de lo esperado, conviene examinar eso que ofrecemos a prospectos y clientes para comprobar si satisfacen sus necesidades y deseos. Es claro que en los negocios queremos clientes asiduos, y no compradores de una sola ocasión.
Comoquiera que sea, los resultados que analizamos hacia la mitad del año son responsabilidad nuestra. Si hubiera que buscar culpables, podríamos encontrarlos simplemente mirándonos en un espejo.
Y lo anterior se aplica tanto si las metas que estamos buscando cumplir las fijamos nosotros como si nos las fijaron otros. Después de todo, si las hemos aceptado, nos hemos comprometido, y es menester que busquemos lograrlas.
¿A qué se dedica cada uno de nosotros? Casi ni importa: no hay actividad que pueda salvarse de indicadores que nos hagan saber si hemos llegado o no y en qué condiciones lo hemos hecho.
Por supuesto que hay indicadores que son muy claros y objetivos, pero igual hay otros, quizás un tanto más complejos, que, sin embargo, pueden ser establecidos; y ni qué decir que debemos estar dispuestos a hacer lo necesario para conquistarlos.
Dependiendo de aquello a lo que nos dediquemos, nos encontraremos con productos o servicios susceptibles de ser lo suficientemente flexibles para diseñar un traje a la medida de nuestros clientes y prospectos.
No obstante, hay productos y servicios que nos van a exigir más si en verdad queremos satisfacer las necesidades y deseos dentro de un mercado determinado. Será entonces de capital importancia identificar a quiénes se los ofreceremos.
Aunque parece demasiado obvio, hay mucha gente que no entiende que haciendo lo mismo unas personas se vuelven ricas mientras que otras permanecen en la pobreza. Pasa en ventas, en los empleos, en todos los lugares.
Hay diversas razones para explicar por qué unos triunfan y otros tropiezan, así sea temporalmente. Una de ellas es, sin duda, el no haber asumido la responsabilidad de la vida y, por lo tanto, no determinar qué es lo que verdaderamente queremos lograr.
Se trata de algo definitivo: ¿de qué manera podríamos trazar un plan de acción si no sabemos adónde queremos ir? ¿Cómo es que cabría esperar la ayuda de personas o instituciones que pudieran hacerlo si nosotros no tenemos un destino determinado?
Así que es tiempo de reforzar el propósito, las metas, tanto si al terminar junio hemos llegado a los niveles previstos como si no lo hemos hecho. Es muy fácil salirse del rumbo por hábitos que creíamos rebasados.
Por lo pronto, cabe reflexionar si estamos ofreciendo lo que se necesita para obtener ingresos que sostengan el nivel de vida que queremos vivir; si estamos preparándonos constantemente para servir más y mejor a los demás.
Y en el proceso de funcionar como si fuéramos nuestra propia empresa, la empresa, conviene pensar de qué manera puedo mejorar la fase de la entrega de lo que vendemos, para lograr no solo la fidelización sino la generación de referidos.
Todo esto se aplica en cualquier actividad que realicemos. Hagamos un alto y revisemos entonces nuestros resultados. Y no, no cabe estar dispuestos a hacer cualquier cosa para lograrlo. Rebasar límites podría costarnos nuestra paz mental.