A pesar de que la firma electrónica es un recurso legal reconocido y autorizado para efectuar operaciones entre aseguradoras, agentes y asegurados, su adopción ha sido lenta, en gran medida debido al arraigo de la firma autógrafa. Se estima que sólo 10 por ciento de las aseguradoras tiene implementada esta modalidad en sus procesos de suscripción de negocios y atención de siniestros, a pesar de que tienen la referencia de que al usarla abatirían costos de operación hasta en un 70 por ciento.
Éste es el señalamiento de Gabriel Oropeza, director de Planeación y Desarrollo de Negocios de DocSolutions / SoluSign, al hablar en entrevista con El Asegurador acerca de los Avances y desafíos de la firma electrónica en el mercado mexicano de seguros. En esta plática, Oropeza pronosticó que para 2030 con toda certeza este recurso será clave en la operación de más del 80 por ciento del mercado de seguros.
Oropeza precisó que simplificar procesos es uno de los objetivos largamente buscados por la industria del seguro y que hoy es posible hacerlo de manera mucho más sencilla si se da con firmeza el paso hacia el reconocimiento y adopción de la firma electrónica, aunque aceptó que aún queda un camino largo por recorrer, pues se deben romper paradigmas que hoy obstaculizan la migración de la firma autógrafa a la digital en beneficio de aseguradoras y usuarios.
El directivo de DocSolutions indicó que dentro del concepto de transformación de la industria la firma digital debería figurar como uno de los componentes clave para la expansión de los procesos de automatización; sin embargo, no lo ha sido porque prevalecen en el sector tabús respecto a este concepto y hay un arraigo muy antiguo de la firma autógrafa. Estos factores frenan el desarrollo de la industria, a pesar de que la norma 151, emitida por la Secretaría de Economía, establece y permite su uso a fin de llevar a cabo procesos más simplificados para la emisión de pólizas y atención de siniestros.
“Actualmente hay soluciones, una de ellas desarrollada por esta firma, en virtud de la cual el asegurado puede firmar digitalmente y al mismo tiempo ubicar su geolocalización, su validación biométrica, la corroboración de que no esté en las listas negras del SAT o en temas de lavado de dinero. Esto resuelve problemas de suplantación de identidad y da certeza sobre si con quien estás haciendo negocio es una persona y no una máquina”, dijo Oropeza.
Además, la firma digital compartida por medio de una plataforma reconocida y validada por la aseguradora evita que los datos del cliente queden en riesgo de ser vulnerados, como es el caso cuando se envían por correo electrónico o whatsapp, indicó Oropeza.
Consciente de que esta transformación es lenta, Oropeza recomendó dejar abierto el canal tradicional para recabar la firma de manera autógrafa y paralelamente ir incorporando la modalidad digital. De esa manera, el usuario comenzará a hacer uso de ella; y, al advertir sus bondades, la recomendará entre más asegurados. La transformación digital de la industria llegó para quedarse, y sólo el uso y los beneficios que genera darán como resultado la migración de un esquema a otro, concluyó el ejecutivo de DocSolutions.