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Lo que diga su mercé

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  • A RIESGO PROPIO

Por: Bernardo Olvera Bolio 
POR SUPUESTO, A NADIE CONVIENE que al gobierno de su país le vaya mal. Desear eso sería un desafortunado despropósito, ya que la suerte que corra el gobierno se transfiere de manera ampliada a sus gobernados.
ASÍ, DEL MISMO MODO EN QUE los cambios a las personas que laboran en el gobierno implican golpes de timón al statu quo, también se generan en las “fuerzas vivas” (hace años no escuchaba esa expresión. Es de la época del desarrollo estabilizador, y con frecuencia la utilizaba Eduardo del Río, Rius (q.e.p.d.) en su serie Los Supermachos) una serie de interrogantes que demandan aclaración. En efecto, los generadores de riqueza, esto es, los empresarios, buscan dialogar con los flamantes ocupantes del poder.
ESOS DIÁLOGOS representan un intento por entender las ideas y propuestas de los individuos recién ungidos, para buscar una forma no sólo conciliatoria sino productiva que favorezca la economía del país de que se trate; una manera de ajustar los factores operativos, comerciales y administrativos de las estructuras de la industria, el comercio y los servicios, para dar respuesta objetiva a las “nuevas maneras” de hacer las cosas.
A LO ANTERIOR SE AGREGAN, desde luego, otros aspectos no menos importantes que los anteriores, y con seguridad más delicados. Temas como el laboral (lo que vaya a suceder con las políticas y enfoque sobre el empleo desde la óptica del nuevo Gobierno) pueden afectar notablemente a los márgenes de operación de las empresas y sus índices de productividad.
OTRO ASPECTO DE INDISCUTIBLE importancia es el relativo a la política fiscal. Las cuestiones impositivas pueden significar un elemento detonante del desarrollo pero también una fuerza restrictiva poco amigable para promover el crecimiento y la multicitada “productividad de la economía formal”.
Y NO DEBEMOS OLVIDAR EL tema del gasto público. El enfoque de ahorros o recortes está directamente conectado con el de los impuestos. Un gobierno cuidadoso será un adecuado guardián de la riqueza del país (generada por las “fuerzas vivas”, no por el Gobierno; excepción hecha, en nuestro caso, del petróleo). Lo preocupante es un gobierno despilfarrador de los ingresos fiscales en gasto directo a barriles sin fondo; es decir, gasto clientelar, subvención y demás regalos a diestra y siniestra so pretexto de “causas buenas”. Una visión así espanta a cualquiera, sobre todo a los encargados de generar esos dineros.
NO OBSTANTE TODO LO ANTERIOR, la iniciativa privada se acerca al poder. Es imprescindible entender hacia dónde pretende navegar el Gobierno, para formular pronósticos o escenarios que brinden alguna orientación sobre el quehacer de esta clase social. Así también se estará en posición de sobrevivir o al menos conllevar las innovadoras posturas de los flamantes (y novatos) políticos.
TODA ESA DINÁMICA de diálogo e intercambio es necesaria y útil para ambas partes, por lo que, lejos de ser mal vista, resulta tranquilizadora. El diálogo siempre es una buena señal, ya que proporciona una manera de manifestar las buenas voluntades, por lo menos en aras del entendimiento.
SIN EMBARGO, EN TALES circunstancias nunca faltan los barberos, los rastreros, los lamesuelas que con cualquier pretexto se acercan a los nuevos actores políticos con el mero afán de figurar; esos que, sin haber sido llamados, se apersonan buscando al menos aparecer en la agenda (en una nota rinconera y con letra chiquita tras de un asterisco) y que probablemente después de esa insignificante aparición no vuelvan a figurar. Pero eso sí: ahí estuvieron.
ESOS PERSONAJES u organizaciones se asemejan a la señora, al anciano, al chamaco que al paso del candidato, y en su momento mandatario, salen a darle la mano para pedir algo, lo que sea. Y peor aún aquellos que se le acercan para ponerse “a sus órdenes, jefe” (como diría Mario Moreno, Cantinflas) o para hacer “lo que diga su mercé”, una clara entrega de voluntades sobre el propio ser y la presumible dignidad del sumiso.
DE ÉSOS ABUNDAN, y en muchos sectores, zonas y actividades existen los entreguistas rendidos y los zalameros que darán cualquier cosa con tal de no pasar inadvertidos. Los más visibles son algunos usadores del micrófono o “la pluma” que quisieran quedar en la lista de los preferidos de las nuevas autoridades. Para ello, son capaces de decir lo que convenga o desdecirse a sí mismos sobre sus expresiones anteriores; o bien de reafirmar de manera más candonga los dulces y vacíos (pero siempre agradables al vanidoso oído del nuevo gobernante en turno) epítetos, producto con frecuencia de la ignorancia o el miedo. Comoquiera que sea, el caso es figurar, aun mediante el ridículo.
PASANDO A OTRO TEMA, resulta que los actuarios han solicitado una reunión muy importante con el presidente electo “para ponerse a sus órdenes y tratar asuntos que sin duda serán vitales para el desarrollo del país. Deben incluirse en la agenda temas como el de crear un instituto nacional de las pensiones, asunto que debiera ser, por su naturaleza, manejado por actuarios, no por las afores, faltaba más, sobre todo por esa idea de duplicar las pensiones con dos instrumentos alfabéticos, es decir, las letras ¡Va! En fin, hay temas que se han puesto en la mesa y que los actuarios consideran de su exclusiva incumbencia. Está bien; quizá no recuerden que hace seis años, en su visita a la AMIS, AMLO despreció la técnica actuarial afirmando que para ese asunto de las pensiones “yo ya hice mis cálculos, y desde luego alcanza”, sin necesidad de actuarios. Así las cosas…

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Las opiniones expresadas en los artículos firmados son las de los autores y no reflejan necesariamente los puntos de vista de El Asegurador.

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