Si alguna vez ha sentido muchas ganas de comprar algo, tanto que experimenta ansiedad, pero al obtenerlo siente una sensación de euforia, y posteriormente una gran culpa y cae en la depresión al pensar que no tiene para pagar, cuidado, porque podría ser un comprador o compradora compulsiva, que no diferencia entre necesidades y gusto, según un estudio de la UNAM Global.
A esta conducta, conocida como oniomanía, se refirió Gerardo Obregón, fundador y director general de Prestadero.com, al añadir que este trastorno representa uno de los problemas actuales más graves que tiene la sociedad: la gente gasta y compra sin control.
Después de tanto tiempo de encierro tras la reciente pandemia, muchas personas utilizaron las compras como terapia, para calmar la ansiedad de estar encerrados o simplemente como pasatiempo por no tener nada que hacer. Es cierto que la acción de comprar produce un efecto placentero, sin embargo, esto también puede transformarse en una adicción, revela la investigación.
“No está mal darse uno que otro gusto de vez en cuando, de hecho, es muy sano. El problema comienza cuando el acceso de compras comienza a lastimar su economía, dejándole cada fin de quincena en el límite o inclusive, evitando que pueda cubrir sus necesidades mínimas. Es en estos casos, cuando hay que tomar cartas en el asunto para evitar un colapso en la economía”, aseveró Obregón.
De ahí que el director de Prestadero.com compartió algunas sugerencias para que aquellos que se consideren compradores compulsivos puedan cambiar este mal hábito. Asimismo, si se siente identificado con alguna de las siguientes situaciones, tal vez sea un foco rojo para sus finanzas personales. Ante ello, Obregón sugiere:
Respetar su presupuesto. Si tiene un buen plan financiero, entonces la probabilidad de que sus finanzas se descarrile será muy baja. El problema es cuando no se apega a este plan y comienza a tomar dinero que estaba destinado a otras cosas para saciar las ansias de gastar, Es en este punto cuando puede terminar dejando de lado algunas responsabilidades o inclusive, cosas básicas para su día a día. Así que elabore su presupuesto y sígalo al pie de la letra, sus bolsillos se lo agradecerán.
Salga con el dinero medido. Con su presupuesto definido, lleve consigo el dinero que realmente necesite, haga siempre una lista de lo que va a comprar, olvídese de firmar y firmar con su tarjeta de crédito (o mejor déjela en casa), lleve un cuaderno o anote a detalle sus gastos en el celular.
Aprender a diferenciar entre necesidades y gustos. Para poder empezar a diferenciar, sus gastos necesarios serán todas esas cosas que realmente son indispensables en su vida diaria, como la renta, servicios, comida y cubrir en tiempo sus deudas. Y mientras estos puntos estén cubiertos mes con mes, su economía no correrá peligro.
Por otro lado, están todas las demás cosas como tener todos los servicios de streaming, salidas con amigos cada fin semana, cambiar de teléfono cada año, adquirir ropa sabiendo que ya tiene de sobra, etcétera. Aunque sea difícil de aceptar para los compradores compulsivos, esas no son necesidades básicas, por más atractivas que sean las ofertas, no es indispensable tenerlas.
Saber decir “no” y ponerse límites uno mismo también es sano. De este modo sus finanzas serán más sanas.
Alejarse de las tentaciones. Si es de esas personas que se la pasa viendo catálogos de ropa, juegos, cosas para el hogar o cualquiera que sea su afición y además es fácil de persuadir con las ofertas, deje de autoflagelarse. También evite la exposición a estímulos, como centros comerciales o tener a la mano la tarjeta de crédito.
Si ya es consciente que no tiene autocontrol, aléjese de las tentaciones para aliviar esa ansiedad por comprar, puede buscar algún pasatiempo más sano. Lo esencial será mantenerse ocupado y su mente “en otra cosa”.