Desde el inicio de la pandemia de COVID-19 hace ya más de dos años, el fraude a las aseguradoras ha ido en aumento por el auge del uso de herramientas tecnológicas, afectando no solo a las propias compañías sino también a sus clientes, lo cual se refleja en la alta frecuencia de las mismas aseguradoras al incrementar sus primas para compensar las pérdidas por dichos siniestros.
El auge en el uso de diferentes herramientas tecnológicas (al ofrecer ventas en línea o hacer trabajo desde casa, por mencionar algunos ejemplos) ha hecho que la actividad sospechosa y fraudulenta se registre al alza, junto con las tácticas -cada vez más sofisticadas- utilizadas por los estafadores.
Bajo este contexto, es imprescindible que los líderes de las compañías aumenten los presupuestos e inviertan en tecnología antifraude para así, poder proteger a sus organizaciones dentro del universo digital en el que se desenvuelven hoy más que nunca, identificando acciones sospechosas que los podrían llevar a detener una gran catástrofe, que incluso les podría costar el negocio completo.
En el Estudio sobre el estado de la tecnología contra el fraude en seguros, realizado por SAS, líder en software y servicios de análisis empresarial, se mencionó lo anterior y se destaca también en que una de las claves para detectar acciones fraudulentas es la proactividad dentro de los equipos de trabajo así como conocer, entender, analizar y trabajar con nuevas soluciones y técnicas como el blockchain y la tecnología de verificación de identidad.
En la investigación, SAS preguntó a alrededor de 100 miembros de la Coalición Contra el Fraude en Seguros sobre las diversas tecnologías que utilizan dentro de sus compañías para luchar contra el fraude en seguros. Los encuestados coincidieron en que se puede hacer uso de una variedad de tecnologías no solo para detectar fraudes sino también para analizar datos, encontrar señales de alerta y controlar las brechas que podrían permitir la mala conducta.
El análisis identificó que las señales de alerta automatizadas, con 88 por ciento; el modelado predictivo, con 80 por ciento; la capacidad de notificación, con 64 por ciento; la gestión de casos, con 61 por ciento; la notificación de excepciones, con 51 por ciento, y la visualización de datos o análisis de enlaces, con 51 por ciento, siguen siendo componentes clave para combatir el fraude.
Por otra parte, SAS identificó que contar con datos y analizarlos es una de las mayores herramientas para la prevención y detección de un fraude; por lo que recomendó a los líderes poner especial atención en ellos.
De igual manera, invitó a las compañías a estar siempre atentas ante cualquier actividad sospechosa, pues el monitoreo constante de cada operación dentro de la organización es fundamental para protegerla de todo enemigo.