Son las 7:00 de la mañana de un día de enero. La temperatura marca 19 grados Celsius, pero la humedad hace que se sienta aún más frío. Nos mantenemos en movimiento. Dan el primer aviso. La primera ronda se prepara; los nervios hacen que de pronto el frío desaparezca. El entrenador se mantiene dando las últimas indicaciones: “Juan, recuerda respirar”, “Karla, levanta las rodillas”, “Claudia, estírate al final”. Todos asentimos, oímos, pero realmente la tensión no nos deja escuchar con atención. En esos momentos por mi mente están pasando de manera rápida varios pensamientos: recuerdo los entrenamientos, las palabras de mi entrenador, las marcas de tiempo, y también los consejos de aquellos a quienes admiro, de quienes ya habían logrado el objetivo. Volteo a las gradas, veo a los asistentes y una imagen de la última campeona. Respiro. Anuncian mi ronda: 400 metros. Me preparo en mi marca. Suena la campana. Corren los segundos. Menos de 60 segundos. ¡Logramos la meta! Pasamos a la siguiente ronda. El corazón acelerado, menos de un minuto. Fue todo lo que duró. Tanto tiempo de entrenamiento para esos escasos segundos. Me incorporo, volteo alrededor y veo al entrenador con una breve celebración y anotando la marca, y en las gradas a quienes me dieron los consejos más sabios; los veo dirigirme una sonrisa y un “¡Bien hecho!” con las manos. Al sentarme, el segundo entrenador se acerca a felicitarme y decirme: “Bien hecho. Podemos mejorar aún más tu salida”.
¿Cuánto puede durar una junta de negocios en donde logres firmar el negocio más grande? ¿O ese que puede hacer la diferencia entre ganarte un premio o perderlo? Ciertamente, estarás de acuerdo conmigo en que dura mucho menos tiempo del que tardaste en prepararte, ¡pero qué bien se siente cuando consigues tu cometido!
En la vida deportiva, como en la de negocios, y aún más en nuestro adorado sector de seguros, es sumamente importante la formación continua, el entrenamiento constante; pero también lo es contar con ciertas figuras que nos puedan ayudar a llegar y lograr aún más de lo que por cuenta propia podamos conseguir. Y esto no es porque no tengamos la capacidad, sino porque aquello que se ve desde otra perspectiva tiene más posibilidades de mejorarse, precisamente porque se ve en su totalidad, desde diferentes ángulos.
Por eso, en esta ocasión quisiera dedicar estas líneas a hablarte de los mentores, los formadores y los coaches, muchas veces considerados similares. Cada uno aporta algo sumamente particular a nuestro crecimiento. Lo ideal es contar con los tres, dependiendo del momento en el que nos encontremos.
Hablemos primero del formador. El formador es aquella persona que te va a llevar por el camino técnico. Es esa persona que te va a mostrar un primer camino: cómo caminarlo, por dónde caminarlo y por qué caminarlo de esa manera. El formador es quien te da la base y cimientos que van a edificar todo aquello en lo que te vas a convertir: procesos, técnica, sistemas. El formador es aquella persona que conoce la forma, pero también el fondo. Y, cuando observa que algo se ha salido de lo óptimo, lo puede detectar con gran facilidad. El formador es aquella persona a la que puedes acudir cuando requieres “afilar el hacha”. Es aquella persona a la que le puedes confiar que observe tus procesos y podrá decirte qué es lo que está fallando y cómo solucionarlo.
El formador es, entonces, aquel a quien puedes acercarte cuando requieres crecer en habilidades técnicas o mejorar procesos o sistemas, pues los conoce por dentro; y tan bien que sabrá darte la mejor solución y guiarte en ella.
Por otro lado, tenemos al mentor. El mentor es esa figura que representa un modelo a seguir. Esta figura ya pasó por el camino, ya vivió lo que estás por vivir, ya experimentó lo bueno y lo malo del negocio, y tiene una experiencia personal que puede compartirse y usarse como guía. El mentor es aquella persona que te va a decir las decisiones que ha tomado, las consecuencias y resultados que obtuvo y lo que hizo para llegar adonde está. Un buen mentor no te va a orillar a hacer lo mismo que él, pues sabe que cada situación es muy particular, pero te va a decir lo que él ha hecho en situaciones similares y te dejará tomar a ti la decisión de actuar. El mentor no forma. El mentor no motiva. El mentor te ubica. Sirve de referencia para que sepas dónde estás, adónde quieres llegar y cómo llegar a ese punto. De ahí la importancia de elegir muy bien a tus mentores, ya que ellos serán tus puntos de referencia y guías tanto para lo bueno como para lo no tan bueno.
Finalmente hablemos del coach o entrenador, esa figura que está entre el formador y el mentor pero que no es ninguna de ellas. El coach es esa persona que va a usar las capacidades de formación que tienes y las va a potenciar aún más lejos de lo que tú mismo puedes pensar. El coach es el que ve por dentro lo que es tu negocio y lo que eres tú, pero también ve más allá de lo que tú mismo puedes conocer. El coach ve tu potencial. Es la figura a la que acudes no por necesidad, sino por deseo. No por aprender una nueva habilidad ni para conocer un modo de acción, sino para potenciar lo que ya posees. El coach o entrenador es aquel que te va a pedir una rendición de cuentas, el que te va a medir, te va a presionar, va a analizar cada resultado obtenido y te va a exigir a veces mucho más de lo que tú creerías aguantar; pero también es el que va a poner el primer hombro sobre el cual te puedas apoyar, el que va a verte caer y sufrirá con tu dolor pero no te dejará en ese estado; es aquel que estará buscando continuamente formas de hacerte evolucionar y llevarte al siguiente nivel. El coach es quien, en su proceso, no va a formar tu capacidad, sino tu carácter y tu mentalidad, pues, más que en una técnica, proceso o forma, está enfocado en la persona y en aquello en lo que ésta puede convertirse.
Formador, mentor o coach, todos son necesarios en nuestro camino. Algunos estarán en momentos muy específicos; otros serán pasajeros; y, en el caso de otros, valdrá la pena tenerlos muy de cerca.
¿Cómo saber cuándo se requiere a cada uno? Analiza en qué momento estás en tu carrera. ¿Qué te hace falta: capacidad, orientación o crecimiento?
Tanto en lo personal como en lo profesional quiero compartirte, querido lector, que he tenido la fortuna de tener grandes formadores en mi camino, así como extraordinarios mentores y coaches que me han llevado adonde nunca me imaginé. Estas líneas son prueba de ello.
Con esto dicho, te invito a que te des la oportunidad de hacerte de estas grandes figuras en tu crecimiento profesional; y, si ya los tienes, felicidades. Estoy segura de que llegarás muy lejos.
Mentor, capacitador y coach, las personas que nos llevan al siguiente nivel.