Pareciera que las palabras prosperidad y abundancia, al igual que riqueza, son sinónimos, pero en realidad cada concepto tiene su peso y su energía.
La palabra abundancia proviene del latín abundantia y se refiere a una gran cantidad de algo.
Te invito a hacerte las siguientes preguntas:
¿Me siento abundante? ¿Abundancia de qué? ¿Qué es lo que tengo en grandes cantidades? ¿Qué deseo tener en grandes cantidades? ¿Está armonizado lo que tengo, lo que pienso y lo que deseo tener en grandes cantidades?
Si tu respuesta te hace sentir que cosechas abundancia de algo que no deseas verdaderamente, puede ser tiempo de limpiar tus pensamientos y sembrar lo que tu interior merece.
La educadora y coach Laura Szmuch en su libro Las seis inspiraciones dice que esto implica “hacer siempre lo que nos nutre, lo que nos hace bien, lo que da buenos ejemplos, lo que nos llena de dicha y felicidad”, pero también “no hacer nunca nada en contra de nosotros mismos”.
Por su parte, el término riqueza proviene del gótico reiks, que se traduce como rico o poderoso, y se forma con el sufijo –eza, que indica “cualidad de”, con lo que tenemos el significado de “cualidad de rico”. Al hablar de cualidad, le agrega en su raíz un sentido que se considera como algo positivo, bueno o que contribuye a que sea como es.
De este modo, al emplear el término riqueza, lo puedes considerar como positivo y empoderador. Tener riqueza es la abundancia de lo positivo, como abundancia de dinero, bienes, negocios o poder.
Vale precisar que casi nada en este mundo tiene tan mala fama como el dinero. Esa mala fama está basada en creencias e ideologías que consideran el dinero como raíz del mal. No cabe duda de que, en efecto, muchas personas se han creado una resistencia a la obtención del dinero porque opinan que crea dolor en nosotros y en otras personas, pero nada puede estar tan lejos de la verdad.
El dinero es energía y, como toda energía, cuanto más tengas es mejor. Pero la energía, como el Sol, debe tratarse con el cuidado que se merece.
Quizás tengas muchas riquezas, por ejemplo, pero las generas a partir del engaño a los demás o causándoles dolor a las personas. De esta forma, tu abundancia se verá mermada, y la energía podría tornarse negativa.
En cuanto al término prosperidad, éste viene del latín prosperitas, que significa “salir bien, tener buena suerte o éxito en lo que sucede”. El prefijo pro- significa “hacia adelante”; sperare denota la espera; y el sufijo -dad habla de una cualidad.
No es algo que logramos; es algo que sintonizamos a medida que sanamos nuestro interior. Es un estado del ser, expresado con ese verbo en la forma Yo soy. La prosperidad te da en proporción a lo que “puedes” recibir por lo que has dado.
De esta forma, la prosperidad se puede visualizar como el nivel de bienestar que te es dado por tu propio sentido de merecimiento.
La invitación concreta es a analizar tu estado de ánimo, tus pensamientos y sentimientos alrededor de lo que das y lo que recibes.
Por lo tanto, la prosperidad está ligada a un trabajo interior con tu sentido de merecimiento, el desarrollo de confianza y rendición ante la fuente que todo provee y a la retribución de todo lo que has dado.
Empieza a vibrar alto, trabaja desde el fondo tu desarrollo interno, percibe la energía del dinero y los bienes y la capacidad que tienes para atraer todo eso que circula en el exterior y que tal vez podría estar en tu vida de una forma fácil y sin obstáculos. Recuerda que muchas veces nuestras creencias son las que limitan nuestra abundancia, porque no creemos que seamos capaces ni merecedores de obtenerla.