Con la petición de las autoridades a la ciudadanía de quedarse en casa para tratar de contener el contagio de COVID-19 al inicio de 2020 se produjo paralelamente a escala global una reducción de 5.5 por ciento en el recuento de pasos registrados en las aplicaciones que monitorean las condiciones de salud, y ello tan solo en los 10 días posteriores a la invitación de confinamiento. Estas medidas de distanciamiento social provocaron que cientos de personas interrumpieran sus rutinas de ejercicio y monitoreo de la salud.
Esta información forma parte de un análisis que la Universidad de California en San Francisco efectuó a 19 millones de mediciones registradas en aplicaciones para la salud de teléfonos inteligentes. En ellas se advirtieron las consecuencias que las medidas sanitarias provocaron en la actividad y registro de usuarios que monitorean específicamente sus pasos diarios como rutina de ejercicio.
De acuerdo con la fuente, la reducción de la actividad física fue aún más acentuada en los siguientes 30 días, hasta 27.3 por ciento, hecho que provocó que los protocolos de distanciamiento social y las disparidades económicas fueran considerados como factores que impiden la realización de actividades físicas recreativas.
Es preocupante que la incidencia mundial de obesidad haya alcanzado proporciones epidémicas, y adicionalmente a ello la COVID-19 está contribuyendo a alimentar este mal, lo que resulta en más de cuatro millones de muertes cada año, destaca la Universidad de California.
Dicho de otra manera, las intervenciones gubernamentales para combatir al virus SARS-CoV-2 se han asociado con un aumento en la aparición de obesidad y enfermedades metabólicas, especialmente en los grupos de menores ingresos, debido a que los programas de adelgazamiento se han suspendido y muchas personas han optado por ingerir alimentos procesados, más baratos, debido a la inseguridad económica. El estrés añadido ha llevado a un aumento de la alimentación excesiva y de mala calidad producto de una alteración emocional.
Información complementaria elaborada por investigadores del Centro Rudd de Política Alimentaria y Obesidad de la Universidad de Connecticut señala que aquellos que experimentaron el estigma del sobrepeso antes de la pandemia tienen tres veces más probabilidades de comer en exceso durante esta crisis sanitaria. Los informes sugieren que las personas con un índice de masa corporal (IMC) anómalo podrían tener un mayor riesgo de aumento de peso, lo que conduce no solo a un mayor riesgo de mortalidad por todas las causas sabidas, sino también a un mayor riesgo de mortalidad por COVID-19.
Los desafíos relacionados con la adquisición de una nutrición adecuada y la inactividad física, así como el aumento de la depresión, la ansiedad y la pérdida del trabajo, han dificultado que las personas obesas se adhieran a comportamientos saludables, situación que favorece el escenario de riesgo para la suscripción de coberturas de Salud y Vida.
Ciertas medidas de combate a la COVID-19, incluido el cierre de instalaciones deportivas y de ejercicio, así como las prácticas de trabajo remoto, derivan en comportamientos sedentarios en jóvenes y adultos. La obesidad puede aumentar significativamente el riesgo de hipertensión, colesterolemia y diabetes, lo que puede contribuir a un aumento de las enfermedades cardiovasculares (angina de pecho, enfermedad coronaria, accidente cerebrovascular e infartos de miocardio), lo que a su vez incide en una mayor mortalidad, señala el Centro Rudd de Política Alimentaria y Obesidad de la Universidad de Connecticut.
Los investigadores de la salud señalan asimismo que las revisiones médicas de rutina y las citas de seguimiento para el manejo de factores de riesgo, como el colesterol elevado y la presión arterial no controlada, que normalmente ayudarían a que las personas se responsabilicen de su peso, se han pospuesto durante la pandemia, propiciando no solo el aumento de peso, sino también creando una pausa muy dañina en el seguimiento de los factores de riesgo.
La salud digital experimenta un repunte en todo el mundo
El aumento de la obesidad conducirá a una sociedad menos saludable en general. Para aliviar la carga de los sistemas sanitarios de todo el mundo, los gobiernos, los responsables políticos y los sistemas sanitarios deben realizar análisis exhaustivos y tomar medidas para implementar programas sanitarios comunitarios para contrarrestar las conductas sedentarias.
Las universidades de referencia coinciden en señalar que ha llegado el momento de la innovación y el desarrollo de soluciones relacionadas con la salud digital. Un ejemplo de ello es que durante el confinamiento, las descargas de aplicaciones de salud y fitness aumentaron 46 por ciento en todo el mundo, registrando India el mayor aumento (156 por ciento).
Aunque América experimentó el menor aumento de tales descargas, con 8 por ciento, la tasa de adopción fue más alta en comparación con otros países. Los usuarios activos diarios también aumentaron, lo que indica que las personas realmente estaban usando las aplicaciones. Sin embargo, no está claro si las funciones de la aplicación ayudan a las personas a mantenerse físicamente activas ni a cuáles.
El futuro y la salud
Es probable que un aumento en los factores de riesgo de mortalidad y morbilidad debidos a una mala salud física o a la falta de adherencia a las actividades de bienestar requiera más control de la obesidad y asesoramiento sobre el estilo de vida.
Por último, el estudio de la Universidad de California señala que los especialistas de la salud también pronostican el aumento de soluciones innovadoras que ingresarán al mercado y que se enfocan en mantener la salud física durante y después de la pandemia. Un cambio en el comportamiento y en las preferencias del consumidor podría hacer que las empresas de salud y bienestar reconsideren cómo se conectan con los consumidores y ponderen ofrecer actividades físicas al aire libre más distanciadas socialmente, más contenido en el hogar y soluciones innovadoras para fomentar la actividad física.