La guerra insurtech (tercera parte)

Charlemos seguros

El asegurador

 

Querido lector, estoy de vuelta para continuar la serie de entregas sobre la guerra insurtech que he compartido en dos ediciones anteriores. En ellas he tratado  sobre lo que, en mi opinión, son las indeseables confusiones y los malentendidos que están impidiendo colaborar y cooperar con la intensidad que deberíamos  alcanzar   todos los integrantes del ecosistema asegurador, y aquí los  intermediarios y las  insurtechs  son dos de los más importantes. Te invito a que leas las dos primeras partes para que tengas una visión más completa y entiendas más este tema.

Como una rápida introducción, te diré que en las ediciones anteriores realicé una breve descripción de qué es una insurtech, y concluí enunciando el primero de cinco mitos que existen alrededor  de estas organizaciones. A continuación, encontrarás los siguientes tres mitos, así como los paradigmas asociados a cada uno de ellos.

Mito número 2       

Las insurtechs  son aseguradoras digitales.

Es un enunciado falso.                      

Recordaremos el origen del vocablo: insurtech  se construye a partir de insurance, que significa “seguro”, no “aseguradora”.

Una creencia común es que la palabra insurtech  hace referencia a un tipo de aseguradora, lo que es incorrecto.

Quienes caen en  esa confusión y  conocen la propuesta de una insurtech   la consideran “incompleta” y, por lo tanto,   hasta fraudulenta.

Tal es el caso de mi buen amigo Marco de la Rosa, excolaborador de la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS). Marco se manifestaba como detractor de esas empresas, “engañosas o mal fundamentadas”, y dejó de hacerlo cuando comenzó a  entender esa distinción. También pensaba que todas deberían estar formadas por actuarios o exejecutivos  de aseguradoras o agentes tradicionales. Esto  último es un punto interesante. 

A mi parecer, si se tiene experiencia en el sector, hay un reto adicional: quien  decida emprender en una insurtech  deberá desaprender muchos paradigmas que durante años se dieron como verdades indiscutibles. No necesito  abundar en las razones de esto:   si se parte  de la limitada noción de que lo conocido es lo único que puede existir, no   serás muy creativo, lo que ya vimos que es un requisito para fundar una insurtech.   

Paradigma del mito 2: “Para contribuir a la industria deben vender o crear  productos”.

Éste  es uno de mis paradigmas favoritos. Coincidiremos en lo ineficiente que es  la cadena de valor del seguro, el  aburrido llenado de formatos, la  repetición de datos y la  falta de enfoque en la persona, lo cual lleva a poner  por encima el bien  asegurado o en ocasiones  hasta los datos de la póliza.

Pensemos en cualquier servicio que hoy se haya automatizado o digitalizado y hagamos un símil trasladando las facilidades que allí observamos  a nuestra industria. Consideremos todos  los beneficios de que nos gustaría gozar para ayudar al asegurado, e incluso a nosotros mismos como intermediarios, y  ya no hablemos de  los costos, que evidentemente se reducirían para las aseguradoras.

Imagina solamente el mismo concepto de Uber pero trasladándolo al caso de  los ajustadores de Autos: el cliente reporta, y llega el ajustador más cercano. Sin cabina, sin demora, sin retraso.

Ciertamente, las insurtechs,  genéricamente hablando, nos podrían ayudar a atender mejor al cliente, lo que incrementaría  su lealtad y la  conservación,  y  muy posiblemente  hasta habría avances significativos   en la venta cruzada.

Mito número 3   

Las insurtechs  existen expresamente para eliminar a los intermediarios.

Es un enunciado  falso.    

Creo que a estas alturas  de mi exposición ya se puede entender que ése  no es el  objetivo de estas organizaciones. No nacieron por eso ni para eso. Afirmar tal cosa sería  equivalente a argumentar que cada nuevo agente  tiene como propósito quitarle la cartera a un agente  actual. Pero, en realidad, su  existencia es parte de la evolución del mundo. ¿Son competencia? Sí, pero sólo en algunos casos. Y digo algunos casos por una premisa muy simple: el  crecimiento orgánico de nuestro querido sector asegurador no es, en ningún sentido, emergente. No como existe hoy. De hecho, es bastante pobre.

Si consideramos que el crecimiento de una aseguradora es el promedio de lo que crecen sus agentes y que el crecimiento del mercado es el promedio de lo que avanzan las aseguradoras, confirmaremos que dicho incremento no es “emergente”. Por consiguiente,  una insurtech  debe ofrecer al mercado una propuesta diferente   para lograr un crecimiento emergente por sí misma.

Si no lo hace, no es genuinamente una insurtech,   y alguien va a acabar muy decepcionado.

¿Cómo plantear entonces una propuesta de crecimiento radicalmente diferente de  la del sector en su conjunto?   La diferencia podría  consistir  en lo siguiente:

  •       Dirigirse a un mercado aún no explorado.
  •       Ofrecer un producto con una comisión menor o con mayores gastos e inversión para su comercialización.
  •       Incluir el   uso intensivo de tecnología para facilitar el proceso de contratación o  de servicio al consumidor.

Desde luego, a mayor esfuerzo, gasto o uso intensivo de tecnología, vuelve a aparecer el fantasma de la inversión.

Paradigma del mito 3:   “Las aseguradoras usan a las insurtechs para eliminar al intermediario”.

Ciertamente, un par de retos permanentes para las aseguradoras es  reducir el costo de adquisición y  ampliar sus canales de distribución. No obstante, una de las cosas que más han   generado interpretaciones erradas y leyendas urbanas es la actitud de algunas aseguradoras, que se han enfocado en usar la tecnología para eliminar al intermediario.

No lo hacen todas, claro está. Y, de hecho,   eso tampoco es una práctica nueva. Hay bancaseguros y venta por canales alternos por medio  de UDI  desde hace varias décadas. Eso no lo causan las insurtechs, debemos remarcar.    Afirmarlo sería equivalente a culpar a la tecnología por la reducción de empleos. El empleador también puede optar por facilitar el trabajo al empleado,   y no por eliminarlo. Hay muchos caminos para incrementar su productividad, no sólo la reducción de costos.

Muchas aseguradoras buscan aplicar la tecnología para facilitar los procesos de intermediarios y clientes.

Mito número 4    

Las insurtechs operan con reglas diferentes de las que rigen a   los intermediarios o lo hacen al margen de la ley.

Es un dictado falso.

Toda la normatividad de la SHCP (Secretaría de Hacienda y Crédito Público) y de la CNSF (Comisión Nacional de Seguros y Fianzas) se aplica de la misma manera a las insurtechs  que a los intermediarios y a las aseguradoras. Las aseguradoras, en consecuencia, le piden lo equivalente a cualquier intermediario  para cumplir la normatividad, según sea el caso.

Primer paradigma del mito 4:    “A las insurtechs no les piden cédula”.

Alguien tiene que poner la cédula para intermediar. No hay excepción ninguna.   Del mismo modo que en bancaseguros, el cajero no tiene cédula, pero las ventas se hacen al amparo de una normatividad particular, que existe y que, de no cumplirse,  se sanciona como cualquier otra omisión contra la ley. 

Segundo paradigma del mito 4:    “A las insurtechs les permiten hacer cosas que a los intermediarios  no; por ejemplo, cobro con tarjetas”.

Recapitulando   lo  que hemos revisado, es cierto que las insurtechs  cuentan con tecnología que muchos intermediarios no tienen a su alcance. Ahí estriba la diferencia, no en una discriminación infundada.

Siguiendo el ejemplo, las insurtechs  pueden usar plataformas propias o de terceros para cobrar, pero lo que ocurre es que la aseguradora se cerciora de que esas plataformas tengan la tecnología y seguridad necesarias. Los costos pueden ser impagables para un agente en lo individual, y aquí aparece de nuevo el fantasma de la inversión.

Lo que me parece importante enfatizar es que puede haber casos fuera de la norma, sin duda. Como también hay subagentes y personas que hacen mal uso de cédulas ajenas, por citar sólo un par de ejemplos;  pero eso no equivale a  que exista una normatividad genéricamente diferente.

Concluyo habiendo enumerado hasta ahora  cuatro de los cinco mitos a mi juicio más comunes en el entorno.

Te invito a leer la última parte, donde explicaré el quinto y último mito y te compartiré mis conclusiones respecto a este tema, que, como habrás notado, me apasiona profundamente.

Las opiniones expresadas en los artículos firmados son las de los autores y no reflejan necesariamente los puntos de vista de El Asegurador.

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