No hay honor en el sufrimiento ni crecimiento en el miedo.
Katerina Stoykova
En los últimos meses, el mundo se ha transformado y ha sufrido sucesos como la COVID-19. Los seres humanos hemos tenido que cambiar nuestra economía y nuestros hábitos personales y profesionales.
Y, sí, hoy todos estamos asustados, tenemos miedo por las afectaciones que ha traído la COVID-19. Éste es un tema del que se habla en todos lados. El virus que vino a revolucionar a todos; pero ¿sabes algo? De algún modo, todos hemos venido ensayando para esto.
Piensa en todos los proyectos que las personas tienen y que no se concretaron por alguna razón; por ejemplo, un negocio que no salió adelante, una póliza que cerraste y que al final no se pagó, un ascenso que no lograste, no estar con el amor de tu vida, un divorcio, perder un bebé o no poder seguir estudiando como hubieras querido.
¿Duele? ¡Claro! Ese proyecto inconcluso que todos tenemos… ¡claro que dolió en su momento!, o incluso puede seguir doliendo; puede ser que sigas escribiendo en la misma página y no puedas dar vuelta a la hoja; puede ser que te sigas culpando o, peor aún, que sigas culpando a alguien más de ese proyecto trunco. Todos hemos tenido una crisis, unas más graves que otras. Pero estoy segura de que esas crisis nos hicieron la piel más dura y resistente. Esas crisis fueron nuestras COVID-19 adelantadas.
Mi COVID-19 fue hace 18 años: afronté una crisis que me enseñó cómo un proyecto construido con amor, con cuidado, con todas las esperanzas se puede desintegrar en un momento.
Ese proyecto tan esperado se llamó Marina; y, sí, fue nuestro primer bebé. Fue un proyecto de vida, un proyecto de amor. ¡Marina fue tan esperada! Hubo miles de planes para su nacimiento. Pero las sonrisas se nos borraron a los seis meses de gestación, pues vino un golpe durísimo a nuestro corazón: nos avisaron de que había “algo mal”, había una condición de salud que médicamente era incompatible con la vida.
Entonces todo se vino abajo. No podíamos controlar nada. Nuestras ilusiones se esfumaron. ¡Obviamente, el dolor fue inmenso!, al igual que el que padecen todos los que hemos sentido ese dolor del fracaso, de la desesperanza, de ver nuestros sueños y nuestro esfuerzo convertidos en nada.
En mi caso pasaron cinco años para que pudiera recuperarme, para que pudiera encontrarme y renacer a una nueva decisión de ser mamá. Hoy tengo una hija maravillosa de 13 años; y, de haber sabido lo increíble que iba a ser estar a su lado, no me hubiera tardado tanto.
Hoy quise compartirte mi historia con el objeto de que no tengas que esperar cinco años para recuperarte de una crisis; para que te levantes y sigas; para que te reconstruyas.
Porque, aunque no lo creas, todas las crisis nos enseñan, nos obligan a reinventarnos; a descubrir de qué somos capaces.
Por ello hoy te voy a compartir los cinco pasos para rescatarte de una crisis, sea cual sea:
- Reconoce tu dolor
Vive tu duelo, ¡acéptalo! Para poder reconstruirte, tienes que dejar a tu alma libre de dolor, de enojo. Te va a sanar aceptar que te dolió pero que eso forma parte de tu pasado.
- Haz un inventario
Revisa cuáles fueron los daños: ¿fueron físicos, emocionales, económicos? Solo para saber de dónde vas a partir, ¿hay algo de responsabilidad de tu parte para que ese proyecto no se diera? Sé objetivo, pero no te culpes; solo busca qué se puede rescatar y qué puedes hacer diferente la próxima vez.
- Busca ayuda
¿Sabías que, según la OMS, por lo menos 50 millones de personas viven con depresión solo en el continente americano? Acércate a los profesionales, apóyate en tu familia. No estás solo; incluso hay ocasiones en que no debes hacerlo solo. Seguramente eres muy bueno en lo que haces, pero siempre habrá alguien que pueda acompañarte o que sepa hacerlo mejor que tú.
- Mírate en el espejo
Descubre quién eres tú después de una crisis. Estoy segura de que no eres el mismo; estoy segura de que aprendiste cosas, de que te reinventaste, de que descubriste cosas que antes no observabas en el radar.
- Vuelve a empezar
Eres más fuerte; tienes más herramientas. Si ese proyecto es algo en lo que crees y de verdad lo quieres, entonces ¡vuelve a empezar! Desde cero o desde los escombros: ¿qué puedes perder? Si sucediera otra vez, estarías mejor preparado para afrontarlo. Sé como el ave fénix: renace de tus cenizas.
Recuerda que el único que puede cambiar tu realidad eres tú. No hay superhéroes ni príncipes azules que te salvarán o salvarán el mundo.
No olvides que esto depende de ti. Fíjate una meta; y por favor cada noche revisa si lo que hiciste ese día te acercó o te alejó de tu meta. Si te acercó, ¡bravo! Si te alejó, entonces solo perdiste un día, no pasa nada. ¡Vuelve a empezar!