El pasado sábado 27 de febrero, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés), dio la autorización en Estados Unidos para el uso de emergencia de una vacuna desarrollada por la farmacéutica estadounidense Johnson & Johnson, misma que será el tercer medicamento de este tipo en ser distribuido en el país, con el fin de continuar haciendo frente a la lucha contra la COVID-19.
Johnson & Johnson enviará millones de dosis alrededor del país a partir de esta semana para alcanzar los 100 millones a finales de junio; con las que se pretende -junto con las vacunas de Pfizer-BioNTech y Moderna- cubrir la vacunación de todos los adultos estadounidenses que así lo deseen.
Las principales diferencias de la vacuna de Johnson & Johnson en relación con las de Pfizer-BioNTech y Moderna, es que esta requiere una sola dosis, mientras que las otras necesitan dos dosis -con un par de semanas de diferencia- para ser efectivas. Y que esta utiliza un vector viral (virus comunes alterados genéticamente para hacer que el sistema inmune aumente sus defensas) llamado Ad26; mientras que las otras dos utilizan ARN mensajero para hacerlo.
Asimismo, la vacuna de Johnson & Johnson -al igual que las otras-, se percibe como altamente efectiva en cuanto a la prevención de la enfermedad grave y muerte; y, del mismo modo, es efectiva en la prevención de la versión más leve de la enfermedad. Cabe señalar que también ha dado resultados muy positivos contra la B.1.351, variante altamente contagiosa identificada por primera vez en Sudáfrica.
En cuanto a su cuidado, esta vacuna no tiene que almacenarse a temperaturas extremadamente bajas, ya que puede conservarse de forma segura en un refrigerador normal por hasta tres meses.
Finalmente, la vacuna de Johnson & Johnson es menos propensa a desencadenar efectos secundarios en el paciente al que se le administra, pues estos normalmente suelen aparecer con mayor intensidad después de la segunda dosis, la cual, como ya se mencionó, no es necesaria en este caso.