De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en el segundo trimestre de 2020 las horas trabajadas cayeron un 17.3 por ciento; el equivalente a, aproximadamente, 495 millones de puestos de trabajo a tiempo completo; lo cual muestra cómo los efectos de la pandemia están afectando, en mayor medida, a la población menos protegida, entre ellos, la de los jóvenes marginados digitalmente.
La anterior advertencia se desprende del informe de la consultora PwC denominado Stepping forward. Connecting today’s youth to the digital future.
El reporte detalla que en 2017, aproximadamente, 346 millones de jóvenes entre 15 y 24 años -un tercio de la juventud mundial-, no tenían acceso a internet, según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef); y que en la medida que la pandemia ha afectado enormemente actividades esenciales -como la educación, el trabajo, la formación-, los desafíos para este grupo poblacional se ha hecho todavía más más grandes en los últimos meses.
La publicación de PwC cita que Unicef estima que, en el mundo, uno de cada tres estudiantes -unos 463 millones de jóvenes-, no han podido acceder a la educación en línea, cuando los colegios se vieron obligados a cerrar, durante la primera ola de la pandemia, debido a la falta de equipamiento para conectarse desde casa. Además, más del 40 por ciento del empleo juvenil estaba empleado en los sectores más golpeados por la COVID-19 y cerca del 77 por ciento estaba en la economía informal o sumergida.
El documento sostiene que si la sociedad es capaz de cimentar un mundo más inclusivo, reduciendo la brecha digital y dotando a los jóvenes de las capacidades tecnológicas necesarias, no solo se podrá conseguir una sociedad más cohesionada, sino que a su vez se fortalecerán las economías de todo el mundo. Para hacerlo, propone, se debe actuar sobre cuatro grandes pilares:
Conectividad. Asegurar a la juventud una conexión estable y la llegada a las infraestructuras celulares y de banda ancha que la conecten a Internet; así como el acceso a los distintos dispositivos plataformas donde se encuentran los contenidos.
Acceso. Entendido este como la aceptación cultural al mundo on line de sus entornos, sin discriminación de género, el apoyo de sus familias y cuestiones del día día, que no tienen que ver con la tecnología, pero que son muy importantes, como que sus núcleos familiares reciban unos ingresos recurrentes y que tengan cubiertas sus necesidades básicas -salud, seguridad, alimentación-.
Alfabetización digital. Se refiere a aquellos elementos que ayudan a una persona a tener unas destrezas digitales mínimas, como la enseñanza del uso de las herramientas digitales, la disposición de recursos educativos en sus idiomas nativos o la concienciación acerca de los peligros de internet y la enseñanza de nociones básicas digitales.
Capacidades digitales. En este caso se habla de capacidades, más avanzadas, para ayudarles a entrar de lleno en el mundo digital. Se refiere a programas y cursos avanzados, al acceso a la educación universitaria, a programas que impulsen la innovación y la creatividad y a las plataformas para la búsqueda de este tipo de empleos, entre otras cuestiones.
“Acabar con la brecha digital entre los jóvenes va a necesitar de soluciones imaginativas pero, sobre todo, del trabajo conjunto del sector público -gobiernos, instituciones globales y organizaciones multilaterales-, y del privado -empresas, inversores-, así como de las organizaciones sin ánimo de lucro y de la sociedad civil y de las comunidades locales, entre otros, finaliza el reporte de PwC.