- A RIESGO PROPIO
Por: Bernardo Olvera Bolio
SE ANUNCIA UN ESTIMADO de crecimiento del sector de entre 10 y 12 por ciento para 2018. Muy bien. ¿Y eso es bueno o malo? Es decir: de alcanzarse ese crecimiento, ¿se echarán las campanas al vuelo? ¿Y si no se alcanza?
SI NO SE ALCANZA, escucharemos todo tipo de razonamientos para explicar las causas, los posibles motivos. Entre los principales podrían estar: el nuevo Gobierno Federal y sus consecuencias económicas. Si llega un partido que agrade a una parte de la sociedad (evito calificativos), se dirá que se mantiene una política de austeridad y se frenará la economía. También puede argumentarse que al menos medio año la economía se paralizó un poco por el tema electoral. En ambos casos se podrá justificar por qué no se llegó al pronóstico.
TAMBIÉN SE PODRÍAN encontrar argumentos externos relacionados con alguna locura de Trump que, por poner nerviosos a los mercados, afecte al mundo financiero. Sí, al mundo, y no sólo a México, un asunto muy probable que puede obstaculizar que el sector asegurador alcance sus expectativas. En el mismo tenor, esto es, con más o menos las mismas figuras de por medio, puede presentarse un panorama ligeramente (o marcadamente) sombrío respecto del avance que vayan teniendo las negociaciones de distintos aspectos y giros del TLC; de ser el caso, el miedo natural de los mercados y de los riquezatenientes se reflejará en una contracción de las inversiones bursátiles y en las de infraestructura. Este nervio de los mercados y los inversionistas me recuerda una frase cuyo origen y autor no encuentro de pronto en mi memoria, pero que, palabras más o menos, sostiene que “nada hay más cobarde que un millón de dólares”. Sí, al primer ¡bu! sale huyendo.
AHÍ ALGUNOS ARGUMENTOS o situaciones que justificarían el fallo del pronóstico. Más aún, si llega a ganar la elección “ya chávez quien”, se puede presentar una fuga de capitales y el cierre o la salida del país de algunas empresas e inversiones, algo que generaría un caos económico y la caída del empleo. Esto produciría una contracción económica de la que el sector asegurador no tiene forma de escapar; sobre todo porque es un sector financieramente pasivo.
DE MODO QUE RESULTA GRACIOSA la aventura de cualquier pronóstico, pues de antemano se tiene un largo menú de causas (aquí sólo se enunciaron algunas) que lo echarán por tierra de forma tan natural y racional que el agorero quedará inmaculado. Él cumple con lanzar unas cifras que todos quieren oír, pues son sectorialmente halagadoras; de no cumplirse, quedará exonerado el sector en su conjunto de cualquier responsabilidad al respecto. Como suele decirse, “nosotros no tendremos la culpa” y seguiremos alimentando esta suerte de apostolado, victimizado por una realidad fatal que el destino le ha deparado al sector asegurador mexicano.
PERO NO HAY QUE SER TAN PESIMISTAS… ¿Qué tal si se logra el pronóstico? ¡Ah, entonces seremos heroicos! Habremos triunfado contra el viento y la marea tanto de la política como de la economía —cada día más interdependientes, pero también más antagónicos en cuanto a los gobernantes populistas.
¿REALMENTE PUEDE ALCANZARSE ese índice de crecimiento?… Sólo imagínese que en las elecciones gana alguien que no sea un peligro para México y que el propio Congreso estadounidense modere las ocurrencias de su aspirante a dictador. Entonces el panorama y el ambiente financiero estarán de plácemes. Todo será miel sobre hojuelas; comer y cantar. Así las cosas (menos probable, mas no imposible), el pronóstico se quedará chico, la heroicidad será magnífica, y no pararán las entrevistas y las ruedas de prensa del triunfo, los discursos y los aplausos, las afirmaciones de unos y otros —incluida la respectiva autoridad— de lo bien que se están haciendo las cosas: un éxito con tantos padres como suelen tener los resultados satisfactorios.
PUEDE INCLUSO IMAGINARSE un escenario inercial. Si las cosas milagrosamente se mantienen como se vienen presentando, es factible obtener el crecimiento pronosticado. Bien lo dice el todavía director de AMIS: el seguro va siguiendo los derroteros de la inflación; vale decir que de manera atrasada: primero crece la inflación y después se ven los efectos en el seguro. También puede afectar favorablemente al tipo de cambio, ya que, si bien los seguros se emiten en moneda nacional, también es cierto que los bienes y servicios (muchos de ellos afectables por el dólar) actualizarán sus sumas aseguradas hacia arriba respecto a su valor en pesos devaluados. Así se obtendrán más pesos de prima pero un crecimiento ficticio. (Como decíamos en enero y febrero, se puede crecer en primas, pero no necesariamente en penetración.)
DE FORMA GENERAL, tomando en cuenta todas las consideraciones anteriores, se tiene que un cambio positivo e incluso cierta estabilidad inercial pueden conducir al resultado apetecido, mientras que los caprichos de pocos personajes (hasta pueden ser sólo dos: Trump y “ya Chávez quien”) pueden convertirse en caos económico para nuestro país. Como quien dice, dos escenarios a favor y uno en contra. Lo malo es que ese uno, cuya sigla es precisamente un anagrama de MALO, va mostrando una tendencia que hasta ahora lo coloca como el voluntario director de la debacle.
ESTO ES: si el pronóstico se cumple, bueno; y, si no, también. Conciencias tranquilas.