La COVID-19 es un fenómeno que ha generado que muchas industrias productivas estén en jaque, como consecuencia de la imposibilidad de retomar el ritmo que tenían antes del inicio del evento pandémico; de aquí que una recesión económica prolongada y la cristalización de quiebras por la crisis se perfilen como los riesgos principales que tendrán que sortear las organizaciones en el orbe tras la mitigación del SARS-CoV-2.
Éstos son datos que reveló el Foro Económico Mundial (FMI), organismo que puso a consideración de los interesados el estudio denominado Perspectivas de riesgos de la COVID-19: Un mapeo
preliminar e implicaciones. El documento refiere que las altas tasas de desempleo, la posibilidad categórica de un rebrote global del SARS-CoV-2, las restricciones en la movilidad de las personas y la abrupta desaceleración que registran las economías desarrolladas, son las amenazas que con mayor ímpetu podrían soslayar el dinamismo económico del mundo en el corto plazo.
Asimismo, el FMI advierte que el convulsionado clima económico que ha provocado la COVID-19, abriría la posibilidad de que cobren fuerza nuevos estallidos sociales en las diversas regiones del planeta. En tal sentido, el análisis apunta que si las políticas de los gobiernos para mitigar los efectos negativos de la pandemia son apreciadas por la población como insuficientes, sería factible que el polvorín de protestas vuelva a encenderse.
Por lo anterior, la institución exhorta a líderes mundiales, empresas y responsables políticos a unir esfuerzos; de modo que se puedan gestionar los efectos negativos que está generando la COVID-19.
“A medida que las economías se reactiven, existe la oportunidad de incorporar una mayor igualdad social y sostenibilidad en la recuperación, lo cual abrirá una nueva etapa de prosperidad”, finaliza el FMI.