A pesar de que el actual ambiente de negocios experimenta un periodo de incertidumbre considerable como consecuencia de realidades adversas indiscutibles, como la poca eficacia del Gobierno para frenar la propagación de la COVID-19, la caída abrupta en los precios de petróleo y la drástica contracción en el consumo interno, el sector asegurador mexicano es mucho más resiliente que otras industrias del país, ya que posee los índices de solvencia requeridos por la ley y cuenta con una masa de clientes que seguirá considerando como prioridad los productos y servicios que comercializa, incluso en momentos de recesión económica.
Lo anterior es parte de las reflexiones que compartieron en entrevista exclusiva con El Asegurador Gustavo Méndez y Eduardo Esteva, socio líder de la Industria de Servicios Financieros y socio de Auditoría y Assurance Marketplace para México y Centroamérica, respectivamente, ambos de Deloitte.
Méndez reconoció que el golpe financiero que sufrirá la industria aseguradora del país derivado de la COVID-19 será considerable y orillará a las instituciones a rediseñar sus estrategias comerciales y a revisar sus estructuras de costos.
En su opinión, el perfil del consumidor de seguros en el país está integrado en mayor medida por una capa poblacional que, independientemente del difícil momento económico que vivimos, que podría dañar sus finanzas personales, intentará a toda costa mantener las coberturas contratadas.
“En México, el cliente habitual de seguros querrá mantener sus coberturas de Vida o Gastos Médicos, a pesar de la recesión económica en marcha, ya que conciben estos instrumentos como productos importantes e insustituibles en materia de protección patrimonial; por lo tanto, es improbable que dejen de consumirlos”, explicó el socio líder de la Industria de Servicios Financieros de Deloitte.
Méndez pronóstico que debido a la crisis sanitaria de la COVID-19 es probable que Gastos Médicos, Accidentes y Enfermedades y Vida sean los segmentos que acusen un mayor número de reclamaciones; sin embargo, agregó, en ramos como Autos y Daños la siniestralidad podría disminuir a causa de la interrupción de negocios y las medidas de confinamiento en marcha, una combinación que les permitirá a las aseguradoras sortear con éxito la crisis económica y recuperarse del revés financiero.
A pesar de lo anterior, el ejecutivo de Deloitte reconoció que la rentabilidad de las aseguradoras inevitablemente disminuirá al cierre de 2020. Dijo asimismo que la cancelación de citas presenciales será un factor que provocará que el desempeño de la fuerza de ventas se vea obstaculizado, sobre todo mientras se mantengan las medidas de distanciamiento social para tratar de frenar la expansión del SARS-CoV-2.
La caída de la inversión fija es otro de los aspectos que les inyectará presión a los índices de rentabilidad de las aseguradoras, vaticinó Méndez. Al respecto, apuntó que las instituciones de seguros tendrán que seguir muy de cerca sus posiciones en lo que se refiere a la diversificación de sus capitales, visto que la valuación de estos activos también ha registrado en su mayoría una baja considerable durante las últimas semanas.
Decisiones precipitadas, peligro grave
En otro punto de la conversación, Méndez destacó que en una época con un clima de incertidumbre pronunciada como la actual es indispensable que las aseguradoras creen planes de respuesta mediante pronósticos basados en escenarios que obligatoriamente tendrán que ser diversos. Dicha apuesta, añadió, les permitirá tomar decisiones acertadas y no precipitadas.
“En realidad, muy pocas compañías en el país trazan estrategias con base en un flujo de efectivo que considere al menos tres meses. En contraposición, la mayoría edifica estrategias semanales en lo que se refiere a gastos e ingresos. Frente a esta realidad, las instituciones de seguros no tienen más alternativa que repensar sus esquemas administrativos para responder a la crisis, recuperarse durante la reactivación de las actividades y prosperar cuando las actividades productivas estén a máxima capacidad”, abundó Méndez.
Méndez adelantó que los próximos tres meses serán considerablemente complejos para las organizaciones de todos los tamaños en el país; sin embargo, vaticinó que después de dicho periodo el clima de negocios mejorará.
Ante la situación descrita, el colaborador de Deloitte puntualizó que compañías como las aseguradoras deben apuntar a satisfacer las necesidades de sus clientes; pero, más importante aún, tendrán que adaptarse a su nueva realidad social y económica.
“Es importante que las instituciones del sector diseñen planes de aseguramiento que realmente privilegien a sus clientes y que además aporten un valor superior al que ya brindaban antes de que se iniciara la contingencia sanitaria de la COVID-19”, sostuvo Méndez.
Y continuó: “Las aseguradoras, como cualquier otro tipo de organización, deben evitar tomar decisiones aceleradas, ya que podrían ser elecciones cuyas consecuencias, en caso de no evaluarse adecuadamente, generarían daños colaterales significativos; por esa razón deben tener mucho cuidado en las relaciones que establezcan con su capital humano y con áreas vitales, como su fuerza de ventas, puesto que tales colaboradores serán el engranaje que les permitirá moverse en la nueva realidad del consumo que emergerá una vez que se disipe la pandemia de COVID-19”.
Momento de actuar por prioridades y según valores diferenciados
Por su parte, Esteva indicó que durante la etapa que tendrán que enfrentar las aseguradoras debido a la contracción que sufrirá el aparato productivo del país es imperativo que analicen con especial detalle lo que se refiere al presupuesto organizacional, de modo que puedan dirigir los recursos económicos hacia los aspectos realmente prioritarios.
“La caída del Producto Interno Bruto (PIB) al cierre de 2020 por ahora es difícil medir y proyectar con total precisión; entonces, como medida preventiva, las instituciones de seguros tendrían que ir cancelando gastos de actividades que no son esenciales, como los viajes a convenciones, seminarios y celebraciones de fin de año”, abundó Esteva.
El socio de Auditoría y Assurance Marketplace para México y Centroamérica en Deloitte también consideró como un proceso inaplazable para las aseguradoras evaluar con profundidad la propuesta de valor que las diferencia, visto que el mercado será cada vez más exigente y tendrá más competencia, sobre todo en momentos de desaceleración económica, como los actuales.
“Cuidar al cliente es un factor crítico en un contexto de desaceleración económica; por esa razón, las aseguradoras tendrían que replantearse su forma de trabajar y evaluar con sinceridad si los productos y servicios que comercializan tienen una diferenciación y dan respuesta a las necesidades de los usuarios financieros”, detalló Esteva.
Por último, el ejecutivo de la consultora remarcó que los patrones de consumo se modificarán drásticamente una vez que la pandemia de COVID-19 se logre controlar, por lo que exhortó a las aseguradoras a estar atentas a las nuevas tendencias de aseguramiento que irrumpirán y las invitó a abrazar la transformación digital y la innovación como compromisos inaplazables, sin que se descuide todo lo referente al marco regulatorio basado en Solvencia II y la disciplina de mercado que exige el ente regulador.
“Vivimos un punto de inflexión en el que las aseguradoras tendrán que evaluar su aporte a la sociedad, ya que éste es un ejercicio que les permitirá encontrar las claves para crear nuevos productos, e incluso para detectar qué mercados no han atacado. En conclusión, estamos en una ocasión ideal para replantear estrategias y definir nuevos rumbos organizacionales, una ecuación en la que el mayor beneficiado será el consumidor debido a la urgencia que sentirá cada competidor de reinventarse comercial y operativamente”, finalizó Esteva.