Sanar. En esa sola palabra: sanar, resumió una amiga —a la que admiro, quiero y respeto— su vocación.
Debo admitir que ella es una de las pocas personas a las cuales he escuchado expresar su misión con tamaña claridad y contundencia.
En lo que atañe a su vida cotidiana, en sus diferentes funciones y en su círculo de influencia, privilegia mantener saludables las cosas, a la par que frente a cualquier desajuste aflora su enfoque y acción hacia la sanación, hacia la curaduría..
La orientación que decidió vivir la aplica hoy esencialmente en el terreno de las finanzas, de las operaciones empresariales, pero la aplica en todos los flancos de su existencia.
Lo natural es que la vida personal se desajuste en los distintos papeles que desempeñamos, aunque a veces solemos poner el mundo del trabajo, del dinero, de las cosas que terminan representando nuestro yo por encima de todo.
Así, de pronto, nos damos cuenta de que una relación de pareja, familiar, de amistad, laboral se ha desviado, se ha enfermado, y es preciso sanarla.
O es la salud, por las razones que se quiera, la que sufre las consecuencias de los descuidos, de los malos hábitos, y reclama sanar.
Descubrimos entonces que no somos eso que pensábamos ser porque en los terrenos espiritual y mental no hemos hecho la tarea y nos hemos desviado, todo lo cual exige, de nuevo, sanar, ajustar, reajustar.
Ni qué decir de las finanzas, que, por efectos del entorno y sobre todo por las decisiones que tomamos, muestran indicadores que reflejan inconsistencias, que también demandan ser sanadas.
Así, advertimos que la dirección y la administración de nuestra vida plantean la necesidad de ser revisadas a fondo para introducir medidas que sanen, que enderecen.
El terreno laboral no se encuentra al margen de todo lo comentado hasta ahora, a pesar de que ponemos o nos ponen toda una gama de indicadores; y, aunque muchos rebasan las expectativas, la mayoría se queda por debajo, frustrada tanto si es consciente como si no lo es de que está llamada a aportar a la sociedad.
Sanar
Casi para decir que “ahí donde hay desajustes, estoy yo para solucionarlos”, para devolverles la dirección, el ritmo.
Llegar a definir o identificar la vocación debería ser cosa personal y, en ese sentido, también debería ser cuestión personal manejar nuestros roles de manera coherente y fundamentada, pero los expertos en estos campos coinciden en señalar que solo una minoría aplastante ha definido e identificado esa vocación, y actúa en consecuencia.
Lo normal, se advierte, es que, si no decidimos nosotros hacia dónde queremos ir, lo más natural es que vayamos hacia donde otros decidan llevarnos, viviendo para sus fines en tanto dejamos al margen no solo nuestros intereses, sino hasta nuestra dignidad.
El año que termina con esta edición de El Asegurador ha sido oportunidad para la reflexión. Como que, tomando prestado el lema de los foros que para agentes ha llevado a cabo este periódico durante años, el entorno, el negocio y la pasión presentan nuevos desafíos.
El entorno formaría parte, como decía el finado Sthepen R. Covey en su obra Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva, de nuestro círculo de preocupación, tratándose de un ambiente en el que no podemos incidir directamente salvo que estemos en posiciones de poder, sobre todo político.
Sin embargo, el negocio, particularmente en lo que atañe a nuestro círculo de influencia, en el que sí podemos hacer repercutir nuestras decisiones y acciones, debería esperar más de nosotros.
Respecto del negocio, habrá que estar atentos del ambiente, así como de las reglas de juego, jurídicas y políticas, para decidir y actuar con el propósito de lograr aquello que nos hayamos propuesto.
De esa manera, considerando el enrarecido entorno político, económico y social, así como el propio ambiente corporativo del seguro y de la fianza, habrá que considerar y reconsiderar lo que hemos venido haciendo e introducir, en su caso, los cambios exigidos para estar en posibilidad de salir adelante en los objetivos y metas que nos tracemos.
En el año que termina, y en los años recientes también, he visto y sabido de personajes sumamente exitosos en el campo del negocio, de las profesiones que se aplican en los sectores de seguros y de fianzas, no solo destrozar todo lo que había alrededor de sus otros roles, sino incluso adelantársenos por no poner tanta atención en su vida como en los negocios.
Sí, todos necesitamos sanar algunas cosas, sin preocupaciones, sino con conciencia de que, es claro y reiterativo, todo nos ha sido prestado y no podemos vivir como si nunca fuéramos a morir.
Claro que también he observado, y observo, ejemplos inspiradores de una visión holística de la vida, en la que cuerpo, mente, relaciones, espíritu, sociedad, finanzas y administración se viven a cabalidad. Son ejemplos que, en aras de su imitación, uno debería admirar no solo el dinero y la fama que adquieren, sino el todo de su existencia.
Sanar. Sí. Tomando prestada la vocación de la amiga que me compartió a finales de 2019 su vocación de vida, los invito a que hagamos de 2020 un año en el que todos y cada uno de los roles esté presente cada día, aunque por las circunstancias tengamos que hacer énfasis mayormente en alguno de ellos.
Aunque éste es un mundo en el que los riesgos abundan, qué mejor idea que buscar Vivir Seguros, a la vez que con nuestras acciones y asesoría ayudamos a otros a ajustar sus desajustes.