¿Cómo surgió El Asegurador?

Charlemos seguros

El asegurador

Cuando en marzo de 1979 comencé a trabajar en la sección “Mundo Financiero” del periódico El Universal, en lugar de que se me diera  una orden de trabajo se me puso en las manos un directorio de la llamada Sección Amarilla. Hablamos de hace apenas cuatro décadas, cuando, aunque usted no lo crea, el seguro y la fianza no eran sectores que, ante los ojos de los medios, generaran  noticia alguna; y esto se explica por el desconocimiento que de estos servicios financieros existía.

Así que el camino hubo que iniciarlo buscando en ese voluminoso directorio y, con el paso de los días y los meses,   partir piedra para abrir a la información a sectores escudados entonces en el término conservadores.  Pocos eran aquellos que se atrevían a proporcionar información, a expresar sus ideas. Algunos  incluso pagaron caro la osadía de compartir lo que pensaban, lo que provocó que algunos se cerraran aún más para conceder entrevistas.

Dos años transcurrieron antes de que, sorpresivamente, Manuel Maestro López, en ese entonces dueño y director de la revista española Actualidad Aseguradora, me invitara a ser parte del equipo que desarrollaría una serie de actividades en el marco de la Conferencia Hemisférica de Seguros de la Federación Interamericana de Empresas de Seguros (Fides), un evento que tuvo  como sede Acapulco y que recibió a aseguradores y reaseguradores de todos los continentes.

Para ese entonces, yo ya no trabajaba para la sección financiera que en El Universal encabezaba Luis Enrique Mercado Sánchez, sino para un periódico casi centenario llamado  Boletín Financiero y Minero de México. Éste era  prácticamente el único en tocar los temas de seguros y fianzas como medio especializado. Los diarios los abordaban esporádicamente en las secciones financieras. Escribía yo una columna diaria, de lunes a viernes, y publicaba los martes un suplemento con esos temas.

Aunque temas de talleres y edición de publicaciones no me eran ajenos,  en aquel evento de Fides aprendí, practicándolo, todo el proceso de producción de un periódico, pues Maestro López me confió la edición de un diario para los participantes. Fue una   experiencia enriquecedora cumplir esa tarea en una época en la que la tecnología demandaba cosas muy distintas de las que exige hoy. Formábamos e imprimíamos en la imprenta del periódico Novedades de Acapulco.

El español Maestro López era, en ese entonces, secretario general de la Asociación Iberoamericana de Prensa de Seguros (Aipres), un organismo que presidía el argentino Enrique Cusano. La asociación había logrado filtrarse como miembro adherente de Fides. En uno de los espacios, los editores de publicaciones especializadas en seguros de diversos países miembros de Aipres celebraron su asamblea, a la cual me invitaron y me aceptaron como miembro adherente.

Fue al aceptárseme como miembro de esa asociación -de la cual años después sería yo vicepresidente y posteriormente presidente-, cuando  tuve la idea de crear un medio especializado en seguros y fianzas. Pensé en un periódico, quizá porque era lo que hacía, lo que sabía hacer, y porque todos los otros miembros representaban revistas. Allí estaba representda también, por ejemplo, Revista Mexicana de Seguros y Fianzas. Con esa idea regresé a la capital del país.

Cuando hoy me preguntan cómo surgió El Asegurador, es usual que deje de lado el momento que ahora comparto, pero creo que la idea y la decisión tuvieron como lugar de origen esa reunión de editores. Lo demás ya fue pasar por toda una serie de vivencias y circunstancias en las  que hubo luces y sombras, pero ante todo miedos, porque muchos obstáculos estaban a la vista, y para colmo luego se agregaron otros, como, un año después, la estatización de la banca, que colocó a varias aseguradoras y afianzadoras en poder del Gobierno.        

Hay quienes sugieren que, cuando tengamos un sueño así, no  lo compartamos; otros recomiendan contarlo, cómo no, pero a escasísimas  personas. Tuve la suerte de platicarle mi proyecto a un excompañero de trabajo y amigo: Ezequiel Fernández Ramírez, un contador que me ayudó a mantenerlo latente, derrumbando muchas barreras que yo mismo me colocaba para justificar mi inacción, probablemente avasallado por el temor de dejar la mal llamada zona de confort que representaba mi empleo.

Pero un día me encontré por ahí con don Alberto Bitar, dueño de los talleres donde se imprimía el periódico para el cual yo trabajaba, y me preguntó que en qué andaba, que si no tenía algún proyecto. Le dije que sí, que quería hacer un periódico de seguros y fianzas, pero que los dineros  no me daban para los 10,000 ejemplares con los que yo deseaba iniciar. Añadí que ya había pedido cotización en sus talleres y que, hechas las cuentas, debía yo esperar a mejores tiempos.

“¿El dinero es todo su problema, don Genuario? A mis muchachos les encanta trabajar con usted;  así que traiga sus materiales, comience ya con ese periódico, que ya me pagará cuando pueda”. 

Esta generosa frase, en síntesis, fue la que hace 35 años concretó el sueño de crear El Asegurador.

Las opiniones expresadas en los artículos firmados son las de los autores y no reflejan necesariamente los puntos de vista de El Asegurador.

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