Agente: lo que su cédula podría significar

Charlemos seguros

El asegurador

Acreditar conocimientos para obtener o renovar una cédula que  faculta a un agente para intermediar seguros es para muchos el mero cumplimiento de un requisito legal, a pesar de la importancia clave que tiene para ellos contar con esa autorización, que es, después de todo, la manera de acreditarse frente a los clientes y prospectos como personas preparadas no solo para venderles una póliza, sino para guiarlos de modo correcto en esa compleja tarea cuya finalidad es que estén    más y mejor protegidos.

El tema no es de poco peso o trascendencia;  de ahí que en algunas conversaciones sostenidas con Mauricio Arredondo, director general del Centro de Evaluación de Intermediarios (CEI), haya salido a colación. La idea que se propugna es que la presentación del examen no sea solo parte del entramado de obstáculos representados por una tramitología con o sin sentido que comienza desde el reclutamiento  y el desafío de lograr el llamado “arranque rápido” en la generación de negocios.

Si la cédula es prácticamente el reconocimiento jurídico para  quienes se desempeñan como intermediarios, la presentación del examen debería ser vista  de mejor manera, con todos aquellos que tienen que ver con la atracción, preparación y desarrollo  de personas para que se sumen a la actividad, con miras a, desde el principio, propiciar un paradigma distinto de lo que es el productor de seguros, de modo que los aspirantes sean,  se vean y actúen como agentes empresarios.

Más allá de cuestionar si las preguntas contenidas en los exámenes que hoy se practican están debidamente actualizadas o  si la aplicación de las disposiciones jurídicas se lleva a cabo a rajatabla, pareciera que la necesidad urgente radica en crear un concepto de lo que es un agente viendo a éste no solo como una vía para la colocación de negocios, sino imaginándolo como empresario y trazando planes para convertirlo en tal,  para el beneficio de éste, de los promotores y de las compañías.

El trabajo que realiza el CEI no es de poca monta. Arredondo nos comentaba que 67 por ciento de los exámenes aplicados en un año en el sector asegurador mexicano lo realiza esta organización, que así funge como apoyo para la Comisión Nacional de Seguros y Fianzas (CNSF), ya que ésta, con los resultados obtenidos por quienes buscan la acreditación de conocimientos, es finalmente la encargada de otorgar y renovar la cédula a  quienes se desempeñan o quieren desempeñarse como agentes.

Independientemente de  los motivos por los que alguien se sienta  atraído a la actividad de intermediario de seguros, la cédula tendría que verse  desde una perspectiva muy distinta de la usual: no es solo parte de una tramitología, sino un paso que puede ayudar a enaltecer   la actividad. Y no se trata de “dignificar” la profesión, pues ya lo decía hace algunos años Andrés Aguilar, de Risaterapia: no hay actividades indignas, sino personas que las realizan de manera indigna.

Desde el enfoque mencionado, el examen debería cobrar un valor superior  en la medida en que es, insistimos, la única forma en la que el agente se deja sentir en un mercado, de modo que pueda proyectar su actividad de un modo relevante. Agente empresario o  empresario asesor en seguros  no debería ser solo un concepto que suene bien, sino reflejar, en todas sus interacciones, un nivel que, si bien puede ser más demandante para su administración en promotorías y empresas, sin duda es  más confiable para todos.

Y es que, en estos tiempos  (y tal vez en otros), la sociedad  necesita agentes para estar más y mejor protegida. Y esos agentes   no solo deben dominar los conocimientos en la materia y la cosa técnica de ventas, sino que han de considerarse  a sí mismos como una empresa con visión de largo plazo, de modo que puedan verdaderamente construir una cartera o un patrimonio  que puedan legar llegado el momento. Eso los llevaría a brindar un tipo de asesoría no orientada exclusivamente al cierre de negocios,  sino realizada, ante todo, bajo el principio rector del compromiso integral con su conservación.

En estas circunstancias, para los aspirantes a obtener o renovar una cédula, aprobar un examen tendría que constituir un elemento diferenciador entre la multicanalidad que hoy en día asusta a no pocos. Así, quienes hayan exentado irrumpirían,   en cambio, y de manera más natural, en una omnicanalidad que les permitirá beneficiarse de los distintos canales reconocidos por la industria hoy y mañana y, de ese modo, enriquecer empresarialmente su accionar en un mercado que, pese a lucir actualmente incierto, está ahí a la espera de ser cubierto.

Dada la importancia que tiene el examen con el que se busca acreditar  conocimientos para efectos de obtención o refrendo de la cédula, Arredondo nos platicaba que en la actualidad aplica esos exámenes en unas 30 ciudades del país  utilizando diversas modalidades que propician el manejo de grupos cerrados y abiertos. Y esto trae múltiples beneficios, como es el hecho de que los aspirantes ahorran  tanto en gastos de viaje como en tiempo.

Alguna vez Clemente Cabello, exdirector general de Grupo Nacional Provincial y Asegurador Distinguido, dijo  que el seguro debe trabajar de una forma que sea respetable y respetado; tras la conversación con Mauricio Arredondo creemos que tal idea puede extenderse    a la labor del agente, que debe enaltecer su actividad desde el inicio para, en efecto, ser respetable y respetado, dado su papel, su cometido mayor, su loable función, que consiste nada más y nada menos que    en ayudar a edificar una sociedad más y mejor protegida.

Las opiniones expresadas en los artículos firmados son las de los autores y no reflejan necesariamente los puntos de vista de El Asegurador.

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