México se ubica en el primer lugar del ranking de países con mayor obesidad infantil. Y esta problemática, de por sí muy grave,  se torna catastrófica cuando nos damos cuenta de que se ha tomado a la ligera, lo que acarreará consecuencias muy serias para nuestra sociedad.        

Un niño obeso o con sobrepeso tendrá afectaciones  en su salud y autoestima. Cada vez es más frecuente entre  nutriólogos y médicos que atendemos primer nivel tratar a niños con hipertensión, resistencia a la insulina, lesiones de articulaciones y  diabetes tipo 2. Todo ello guarda una relación estrecha con la obesidad o es efecto directo de este trastorno.

Tristemente, aún existe la creencia de que un niño con kilos de más bajará de peso en cuanto crezca; y es por esto por lo  que el problema se atiende poco o nada. En la actualidad, la estadística nos dice que un niño obeso tiene 80 por ciento de probabilidades  de ser un adulto obeso.

“Si  no eres parte de la solución, eres parte del problema”     

Todos hemos contribuido en cierta forma a que este problema persista y aumente. Expongo     aquí algunas de las causas:

  1. Los papás no se informan. Existen  tablas precisas para poder determinar si el niño está en un peso correcto, pero algunas familias cierran los ojos ante este problema.
  1. Muchos   papás evitan la “molestia” de enseñar a comer a sus hijos,  y simplemente refieren que “el niño no quiere comer verduras;  a ellos no les gusta la fruta, o simplemente no quieren desayunar”.
  1. Seguimos premiándolos o consintiéndolos con comida chatarra (golosinas), lo cual crea una asociación entre placer y comida alta en grasa o  azúcar. Este temprano condicionamiento genera que ante cualquier situación que resulte poco placentera o estresante el adulto recurrirá a la ingesta de alimentos altos en calorías.
  1. Suele suceder que los  papás también son obesos y   atribuyen a la genética el problema del niño. Es  cierto que existe un gen que nos altera la saciedad, pero este gen necesita   un ambiente específico para que se desarrolle.
  1. En las familias existe nula práctica de   actividad física. Los papás tienen una vida complicada, ajetreada, y no tienen el tiempo necesario para  llevar a los hijos a realizar actividad física. Existen pocos lugares en donde los niños puedan jugar o hacer ejercicio de una manera segura; y, si los hay, éstos  son clubes privados, muy costosos frecuentemente.    
  1. En las escuelas se prohíbe correr, y los niños utilizan las pantallas digitales más de ocho  horas al día. Hablamos, claro, de computadoras y teléfonos.
  1. La carta de los niños en un restaurante es el menú menos saludable. Los  niños deben comer con la misma calidad nutricional de los adultos, pero en menor cantidad. ¿Quién   dijo que alimentos empanizados y fritos, harinas refinadas y azucaradas, platillos sin fibra y sin verduras eran la mejor  opción para los niños sólo por ser niños?
  1. Algunos médicos no le dan importancia al problema. Si un niño llega al facultativo  por alguna causa que no tenga nada que ver con el peso, como la infección por un virus o bacteria, y   padece obesidad, es probable que el médico, tratando de no herir la susceptibilidad de los padres, evitar problemas o porque él  mismo padece sobrepeso, no le dé importancia a esa anómala condición, no prescriba tratamiento o ni siquiera toque el tema.

Mis recomendaciones  ante los puntos mencionados

  1.   Lo principal es que pidas cita con un nutriólogo calificado para que él  te dé el diagnóstico de peso correcto de tu hijo. No te engañes: aunque tu hijo sea muy alto, le debe quedar la ropa de la talla acorde con  su edad. La talla de la cintura se puede evaluar independientemente (y objetivamente, hay que decirlo) de la longitud de las piernas.    
  1.   Recuerda que muchas decisiones, sobre todo las que tienen  que ver con la seguridad y salud de tu hijo, no las debe tomar él hasta que tenga la madurez y el conocimiento suficientes. La  nutrición es una de ellas. Tú junto con su nutriólogo deciden qué deberá comer.
  1.   No premies con comida por ninguna razón, y busca momentos de convivencia familiar o divertidos para el niño en los que  la comida no sea el principal placer. Realizar un deporte o jugar con él puede ser la mejor opción.
  1.   Lo que heredas, además de genes, son los malos hábitos o las prácticas sanas…  Es tu obligación poner el ejemplo y cuidar de tu salud para que lo puedas apoyar con calidad en su crecimiento y desarrollo.
  1.   Como parte de su desarrollo, la actividad física es prioritaria para que el  niño crezca saludable; de nada servirá que tenga un nivel académico de alta calidad si su salud y autoestima (debido a la obesidad) no se encuentran  bien. Sé creativo y busca opciones para que tu hijo realice actividad física. Según recomendaciones internacionales, un niño o adolescente debe realizar al menos 60 minutos de actividad física en forma de juego o deporte.
  1.   Debes regular su  tiempo de uso de pantallas. Pon  reglas claras antes de proporcionarle un teléfono o tableta. Un  niño no debe estar frente a estos aparatos por más de tres horas al  día; y evita que coma frente a ellos. Busca escuelas que impartan deportes como actividades extraescolares.
  1.   Elige en los restaurantes un platillo equilibrado para tu hijo. En  algunos existe la opción de pedir media ración; si no la hay, pide que   le sirvan solo la mitad, y la otra porción la puedes refrigerar en casa para otro momento.
  1.   Es importante que los profesionales de la salud prediquemos con el ejemplo y hagamos caso a las normas en esta materia,  que nos dicen que promover buenos hábitos de vida entre nuestros pacientes ayudará a resolver y prevenir muchos problemas físicos, y hasta emocionales.       

¿Eres  parte de la solución?

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