¡Yes, sir!

Charlemos seguros

El asegurador

Más de una vez me he comprometido a no salpicar esta columna con temas políticos;  pero, tomando como justificado y socorrido pretexto el muy acertado dicho de un buen amigo y mentor   a quien me referiré sólo como el  Ingeniero  (“El alacrán siempre será alacrán”),   abordaré asuntos torales que nublan el horizonte de nuestra industria.

El   régimen actual privilegia la lealtad, no solo respecto del conocimiento, sino de la eficacia, la eficiencia y la congruencia. En este escenario envía a destajo señales contradictorias:  un día (13 de junio de 2019) anuncia con euforia la firma del compromiso de inversión entre Gobierno y sector empresarial; y, no obstante, prácticamente de manera simultánea cancela las rondas petroleras.

Por otro lado, y en franca oposición a la ideología socialista, la 4T adopta a pie juntillas probadas y comprobadas medidas capitalistas   —aplicadas, obviamente, con la mano izquierda—; por ejemplo, la cancelación del subsidio para estancias infantiles, que se permutó por entrega de recursos “en mano”, lleva implícita la intención de promover el consumo interno. Estas ideas van de la mano con la escuela de Keynes, que establece que “el Estado debe dirigir la economía, y de hecho ha de ser uno de los principales inversores, para asegurar a la población unos bienes mínimos que permitan mantener un   ritmo elevado de consumo. De esta forma, el consumo anima la producción, con lo cual el crecimiento económico debería ser continuo y se prevendrían las grandes recesiones.”

Lo curioso es que esta corriente de  pensamiento económico tuvo aceptación, y hasta cierto grado de éxito, al término de la segunda guerra mundial,   es decir, hace casi 75 años… ¿Contradictorio, no?

¿Qué pretendo establecer? Que el contexto nos afecta a todos. El Gobierno  sucumbe a la tentación de cancelar programas arbitrariamente, de tomar recursos sin recato, sin evaluar las consecuencias, haciendo caso omiso de  las voces expertas que pretenden llevarlo a la cordura. 

Comparto en este punto la preocupación de mi admirado Genuario Rojas  respecto a la decisión que pudiera llegar a adoptar la Administración Federal  respecto a “tomar en préstamo la reserva catastrófica de Kot Insurance (domiciliada en Suiza), reaseguradora cautiva de Pemex, para un proyecto del Gobierno  actual”.    

En caso de materializarse  este disparate, ¿dónde quedaría la metodología para la disposición de reservas? ¿Qué opinión vertería y qué acción tomaría  la CNSF al respecto? ¿De qué magnitud sería el daño en la confianza del inversionista y del mercado en general por la incertidumbre que este tipo de acciones generaría?     

Esta acción sería una palada más de abono al sembradío de la ignominia populista. Estamos al borde de la cornisa viendo de reojo el vacío de la recesión económica. El consumo interno muestra signos de aletargamiento;  la población es cautelosa y prefiere no gastar —salvo lo indispensable—; por si fuera poco, los datos de empleo a mayo, con cifras del IMSS, reflejan una disminución de 88.27 por ciento respecto al mismo mes del año anterior.

El aletargamiento en la activación económica    —que justifican con el velo de la “austeridad”— nos está arrastrando a un punto de zozobra e incertidumbre que pensamos que se había  superado. Varios e importantes actores de la industria, el comercio y los servicios se encuentran en franco declive, ya que, de un modo u otro, en mayor o menor medida, todas las inversiones y decisiones que atañen a la actividad económica  se encuentran asociadas a los vaivenes del buque gubernamental.

Es momento de exigir congruencia al Gobierno y  respeto para quienes aportan el capital y, por definición, crean empleos. Estos actores  generan riqueza, que a su vez genera recaudación. La pobreza no acaba con el asistencialismo;  por el contrario, fomenta la dependencia y adormila el ingenio. Necesitamos un México vigoroso, fuerte, que se proyecte al mundo como tal;  pero tristemente nos encontramos otra vez arrodillados, haciéndole la tarea al vecino del norte, convertidos de hecho en su policía migratoria, aterrorizados e inmóviles por la amenaza directa que implica la aplicación de aranceles, con  la cabeza escondida, como avestruz; y, seguramente, expresando con timidez “Yes,  sir!”.

¡Tanto se critica el servilismo de antaño, y no se percatan de que estamos retrocediendo a la época de un intervencionismo cínico  en el que un Gobierno injerencista —mediante enjuagues dignos de Mefistófeles— ponía y quitaba presidentes (Madero, Huerta, Carranza…) a conveniencia!     

¡Estábamos mejor cuando estábamos peor!… Te lo aseguro.

Las opiniones expresadas en los artículos firmados son las de los autores y no reflejan necesariamente los puntos de vista de El Asegurador.

Califica este artículo

Calificación promedio 0 / 5. Totales 0

Se él primero en calificar este artículo