A poco más de cuatro meses de gestión de la autodenominada “Cuarta Transformación”, comenzamos a percibir señales que evidencian el final de la inercia generada por la euforia del cambio.
El entorno social, enrarecido con la muy sobada (pero sin duda intencionada) polarización, generada desde la cúpula del Gobierno, se ha visto seriamente afectado. Cada vez son más frecuentes las muestras de inconformidad; y, en caso de que se haga caso omiso de ellas, pueden tornarse en problemas sociales muy serios. Me explico:
El restablecimiento de la seguridad como eje primario de campaña no ha dado los resultados esperados. Lejos de mejorar, la percepción general se orienta a puntos cercanos a la crisis de incompetencia. Parece un sueño febril llegar siquiera a imaginar que algún día podremos transitar tranquilamente por cualquier rincón del país sin el sobresalto de ser violentados, no solo en nuestras pertenencias, sino en nuestras personas.
Para ilustrar la veracidad de esta percepción, cito un artículo de Milenio Diario en su edición digital del 7 de marzo, en el que se señala que la incidencia delictiva total se incrementó poco más de 9 por ciento en enero de 2019 respecto a diciembre del año pasado. Hablando de delitos de alto impacto, las cifras de homicidio doloso se incrementaron marginalmente, pero se incrementaron; no obstante, donde la cifra es preocupante es en el delito de secuestro, que pasó de 91 casos, en diciembre de 2018, a 140 casos en enero del presente año (con datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública).
Aderezando el tema, además, comienza a socavarse la confianza de la población en el aspecto económico; el ciudadano de a pie sufre en el bolsillo; se contrae con mayor frecuencia su capacidad de llegar al fin de quincena sin angustia, en un entorno en el que de poco o nada sirve la conferencia mañanera, pletórica de forma pero deficiente de fondo.
Los nubarrones de la desaceleración económica ensombrecen el horizonte a manera de contracción en las estimaciones de crecimiento de nuestro país, que son generadas no solo por diferentes calificadoras “neoliberales”, sino por la propia Secretaría de Hacienda (que las hizo pasar de 2 a 1.6 por ciento).
La cereza en el pastel es la disminución en el Índice de Confianza del Consumidor, cuya relevancia no radica en el porcentaje de baja (1.3 puntos en el reporte de abril), sino en el hecho de que es la primera vez que esta administración sufre un retroceso en este tipo de mediciones.
Como vemos, las condiciones actuales solo ofrecen incertidumbre, desincentivan las actividades productivas, inhiben toda intención de inversión y fomentan miedo, que muta en coraje e impotencia entre la población.
Para finalizar, un tema relevante: las ternas propuestas para ocupar las posiciones de consejeros independientes en Petróleos Mexicanos y la Comisión Federal de Electricidad son muestra del nepotismo, que supuestamente se erradicaría… Pretender insertar a como dé lugar a figuras que no cumplen con el perfil de idoneidad requerido solo demuestra que la corrupción cabalga en veredas abiertas y contradice airadamente las ofertas de campaña. (¡Mira que proponer al excuñado no solo es cínico, sino que además atenta contra la legislación vigente en la materia!)
Lo anterior no solo es una bofetada con guante de triste realidad; es una señal alarmante que contraviene la transparencia que brinda el Gobierno Corporativo de las empresas productivas del Estado. ¿Cuál es la consecuencia de todo esto? La indiferencia del inversionista hacia todo tipo de proyecto que requiera colocación de deuda avalada por éstas; y, por ende, el cierre de la llave a los recursos frescos que tanto ayudan a la economía del país.
Es momento de que el Gobierno asuma el papel para el cual fue elegido, generando condiciones de certeza y confianza que redunden en beneficio de todos. En este contexto, con orgullo afirmamos que la industria aseguradora, a pesar del golpeteo del que ha sido objeto, se ha mantenido como un bastión de la economía del país: instituciones sólidas y comprometidas; colaboradores profesionales, honestos, dedicados y convencidos de que la mejor herramienta de progreso es el esfuerzo diario en beneficio de todos.
En un ambiente de incertidumbre, la garantía de protección patrimonial es un bálsamo que genera tranquilidad a nuestro asegurado. Brindémosla mediante asesoría de calidad y con calidez, que nuestro querido y admirado sector será siempre el puerto que resguarde lo más preciado de quienes han depositado su confianza en nosotros. La calidad de nuestros actos garantizará nuestra trascendencia. ¡Te lo aseguro!