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La consultoría surge como una consecuencia de  la revolución industrial al establecerse, en el siglo XIX, la organización científica del trabajo.  Frederick Winslow Taylor, Frank Bunker Gilbreth, Henry Laurence  Gantt y Harrington Emerson fueron  los grandes pioneros de la administración científica del trabajo y con ello impulsaron  la consultoría, toda vez que las empresas requerían hacer más eficientes sus procesos productivos.

Algunos documentos revelan que el primer trabajo de consultoría se realizó en 1870. Su autor:  Charles T. Sampson, fabricante estadounidense de calzado, quien fue contratado para reorganizar el trabajo de los operarios chinos de una fábrica de zapatos.

En 1929, por la depresión económica de Estados Unidos,  las corporaciones que no quebraron despidieron a sus empleados talentosos, y ello   condujo a un periodo de reducción de operaciones que en algunos casos duró hasta los inicios de la  segunda guerra mundial. Estos empleados con experiencia se dieron a la tarea de abrir sus empresas de consultoría y, de manera directa, enfrentar en clara competencia a firmas de este ramo  ya establecidas, como Price Waterhouse o McKinsey, entre otras.

En 1960  aparecen los grandes despachos de consultoría administrativa; los administradores empiezan a tomar un papel determinante para la prestación de los servicios de consultoría. A inicios de 1975 se empezó a definir el campo de acción en  el que cada profesión contribuiría para las empresas, por lo cual comenzaron a surgir diversas firmas multidisciplinarias que abarcaron de manera eficiente la variedad de problemas que se iban presentado en las empresas. Hoy en día, las empresas de consultoría  ofrecen una gran variedad de servicios, desde funciones de dirección hasta el manejo del personal.

Carlos Altschul menciona  en su obra    Dinámica de la negociación estratégica  que el consultor aprende haciendo y reflexiona a partir de observaciones, intercambio de ideas, diálogos y análisis de las consecuencias resultantes de   su intervención. El autor comenta que el consultor es “temporal” y solo está de paso, y que se debe tener certeza del rol que cumple. Bajo esta condición de externo, su actuar  debe ser objetivo y preciso al afrontar y resolver situaciones difíciles que se presenten en el transcurso de su intervención.

La especialista en desarrollo organizacional Amanda María Rodríguez Estrada comenta que se ha reconocido el hecho de que la consultoría  de empresas es un servicio profesional útil que ayuda a la alta dirección a analizar y resolver los problemas que enfrentan, a mejorar sus procesos de negocio y, sobre todo, a aprender de la experiencia de otros directivos. Señala que la consultoría de empresas es un sector de servicios profesionales dinámico y cambiante.     

Rodríguez Estrada cita a Fritz Steele, consultor internacional, quien  define que la consultoría es un proceso o estructura de una tarea o de un conjunto de tareas  en la que el consultor no es efectivamente responsable de la ejecución de la tarea misma, sino que ayuda a los que lo son.

La autora también  cita a Larry E. Greiner y Robert Metzger, quienes definen  “La consultoría de empresas como un servicio de asesoramiento contratado por y proporcionado a organizaciones por personas especialmente capacitadas y calificadas que dan asistencia, de manera objetiva e independiente, a la organización para detectar y descubrir problemas de gestión, a fin de analizarlos y recomendar  soluciones a esos problemas y, en su caso, ser partícipes en las soluciones”.

La Oficina Internacional del Trabajo publicó el libro   La consultoría de empresas: guía  para la profesión, obra realizada por   consultores especialistas  en la cual se señala que la consultoría de empresas se considera un método para mejorar las prácticas de gestión. Este método puede ser empleado por una empresa privada independiente, una dependencia interna de consultoría en una organización privada o pública, un instituto de perfeccionamiento para el  personal de dirección, de productividad o de fomento a la pequeña empresa, un servicio de extensión o un particular (por ejemplo, un consultor independiente o un catedrático universitario).

La consultoría de empresas se ha transformado en una profesión con miles de   organizaciones que hacen de este servicio su ocupación de tiempo completo y tratan de imponer normas profesionales  con respecto a la calidad del asesoramiento que se proporciona, los métodos utilizados en la intervención y los principios éticos que deben guiar este oficio.

Características de la consultoría de empresas

Servicio profesional   La consultoría de empresas proporciona conocimientos teóricos y técnicas profesionales que sirven para resolver problemas prácticos de gestión.
Una persona se convierte en   consultor de empresas después de haber acumulado por el estudio y la experiencia práctica  un acervo importante de conocimientos sobre situaciones empresariales y posteriormente haber adquirido las técnicas necesarias para resolver los problemas, mejorar el rendimiento de una organización y compartir su experiencia en el hallazgo, análisis y síntesis de la información, presentación de propuestas de mejora,  comunicación, planificación de cambios, superación de la resistencia al cambio, motivación del personal, entre otros temas.
Los profesionales empleados por las empresas de consultoría se basan en la experiencia de sus colegas y utilizan sus conocimientos acumulados. Los consultores profesionales se mantienen constantemente al día en relación con  todo lo que se publica sobre la evolución de las teorías, los conceptos, los métodos y los sistemas vinculados a la gestión empresarial.
Servicio consultivo Es un servicio de asesoramiento. Los profesionales no tienen ninguna facultad directa para decidir cambios o  aplicarlos. Su propósito es la calidad e integridad de su asesoramiento. La pericia y el arte del consultor se basan no sólo en dar el consejo correcto, sino en darlo de manera adecuada, a la persona debida y en el momento oportuno. El arte del consultor consiste principalmente en   “que se hagan las cosas cuando no se está a cargo”.
Servicio independiente   Un consultor debe hacer su propia evaluación de cualquier situación, decir la verdad, ser totalmente honesto  y recomendar con franqueza y objetividad las medidas que se han de tomar. Esta independencia del consultor tiene múltiples facetas, y en algunos casos puede ser un asunto muy delicado.
Servicio temporal    Los clientes recurren a los consultores para que éstos les presten ayuda durante un periodo  limitado, generalmente en temas en los que carecen de conocimientos técnicos o cuando necesitan temporalmente un personal profesional adicional.
Servicio comercial   Un consultor cobra honorarios por el trabajo que realiza. Las empresas de consultoría venden servicios profesionales, y los clientes los adquieren. La actividad de consultoría es una tarea  técnicamente justificada, y debe proporcionarla una empresa comercial financieramente factible y rentable, según los criterios del cliente y del consultor.
Límites El consultor puede aportar   ayuda muy importante a un cliente, pero no lo liberará  de la responsabilidad, inherente a la dirección, de adoptar  decisiones y asumir sus consecuencias. Existen situaciones en que ninguna persona puede ayudar; y, pesar de que sea posible, sería poco realista e injusto esperar que los consultores hagan milagros.

Fuente: file:///C:/Users/usuario/Downloads/LIBRO%20LA%20CONSULTORIA%20DE%20EMPRESAS-OIT.pdf

 

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